¡Por favor, sé mi pareja! romance Capítulo 53

Pronto me quedé dormida, soñé con él, pero ese sueño de repente se convirtió en pesadilla cuando trató de lastimarme; intenté luchar, pero mi cuerpo estaba atado y no podía moverme. Zaden estaba de pie frente a mí sin camisa y con una sonrisa diabólica en su rostro, luego comenzó a quitarse los pantalones, por lo que luché con más fuerza al saber hacia dónde iban las cosas.

Sin importar lo mucho que lo intenté, no me pude mover, traté de pedir ayuda, pero ningún sonido salió de mi boca, parecía como si estuviera muda.

Después de quitarse los pantalones, se abalanzó sobre mí, me arrancó la camiseta, y su siguiente objetivo fueron mis pantalones, pero...

Me desperté de golpe, me tomó un segundo darme cuenta de dónde estaba y recordar que había sido solo un sueño.

"Sí, fue solo un sueño y nada más".

Me deslicé despacio fuera de la cama, y puse mi almohada entre los brazos de Zaden cuando trató de alcanzarme; como estaba cubierta con mi olor, esto debía hacerlo pensar que todavía dormía con él en sus brazos.

No fue fácil abrir el armario y salir sin hacer ruido, pero de alguna manera me las arreglé, luego me recogí todo el cabello en una cola de caballo, me puse una diadema, até los cordones de los zapatos para correr y bajé las escaleras en silencio.

Me coloqué los auriculares, puse música alegre, luego guardé mi teléfono y comencé a correr.

Correr me ayuda a despejar la mente, me da una sensación de paz y también hace que mis piernas se vean geniales. Tomé el sendero del bosque y corrí hasta que lo único en mi mente era el sonido de mis zapatos golpeando el suelo, hasta que dejé de sentir mis piernas, y hasta que mis pulmones y pies terminaron agotados.

Al final, me detuve porque ya no podía correr más, sentía que iba a colapsar, estaba inclinada con las manos en las rodillas y jadeando; entonces sentí un crujido detrás de unos arbustos, y segundos después, unos guardias aparecieron detrás de mí en forma de lobo.

Uno de los guardias era una mujer, que se quedó de pie a mi lado y me frotó la espalda con dulzura.

"Respira profundo, luna". Asentí, seguí sus instrucciones, y unos minutos más tarde ya estaba de pie de nuevo; cuando miré a mi alrededor, no pude reconocer el lugar en el que estábamos.

"¿Dónde estamos?"