Después de decir eso, Felicia se sintió secretamente complacida consigo misma. «Es evidente que Patricio me está probando. Por suerte, soy muy lista; incluso si hubiera tenido más de diez novios, nunca se lo habría dicho».
Por el contrario, la expresión de Patricio se ensombreció de manera gradual. Al creer que el sueño había sido arreglado por Héctor, pensó que ella era la persona a quien buscaba cuando su abuelo despertó y le pidió que se casara con la hija mayor de la familia Aston. «Sin embargo, parece que estaba equivocado».
—Organicé esta reunión hoy porque deseo hacer un trato con usted, señorita Aston. —Dicho eso, sacó un contrato y lo colocó frente a ella.
Felicia nunca había conocido a un hombre como él. «¿No me invitó a una cena porque le gusto? ¿Por qué estamos haciendo un trato ahora?». Perpleja, leyó el acuerdo de tres hojas, logrando entender solo las secciones más simples.
—¿Quiere que finja estar casada con usted, señor Logan?
Patricio asintió.
—Es un acuerdo de un año y tengo el derecho de darlo por terminado antes. Antes de eso, podrá disfrutar de los privilegios de ser mi esposa y recibirá trece millones en compensación al vencerse el contrato.
Felicia se sintió tentada tan pronto mencionó los privilegios de ser su esposa. Después de todo, era muy conocido en Puerto Aven y muchas mujeres deseaban casarse con él. «Si llevo su apellido, nadie se atreverá a molestarme de nuevo cuando salga en el futuro. Todos los miembros de la familia Aston me tratarán diferente y el abuelo quizá me entregue el derecho de su herencia. Si logro ganar su corazón en ese año, me convertiré en su esposa de manera oficial. ¡Eso sería incluso mejor!».
A pesar del entusiasmo que sentía, lo reprimió y mantuvo una expresión tranquila.
—¿Por qué yo, señor Logan?
«¡Debe ser mi belleza lo que lo atrajo!». Infló el pecho y sonrió de manera encantadora.
—Porque es el deseo de mi abuelo y él está muy enfermo así que deseo cumplírselo.
Patricio había estado buscando a esa mujer y, a pesar de no ser capaz de descifrar si había sido un sueño o la realidad, le había entregado un anillo y eso probaba que no era un sueño. Siempre había pensado que su abuelo lo había drogado y lo había forzado a casarse; sin embargo, no parecía ser el caso. «Aun así, no me rendiré. Debo encontrarla».
Cuando Felicia notó que la expresión del hombre frente a ella se había ensombrecido, asumió que estaba enojado porque le hacía demasiadas preguntas. «Como sea; será mejor que firme. Ya que me las ingenié para dar con esta oportunidad de acercarme a él, ¡que así sea!». Se apresuró a firmar los papeles y le devolvió el acuerdo, deslizándolo hacia él para que pudiera firmar también. Después de hacerlo, Patricio dijo con amabilidad:
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¿Quién es el hombre de mis sueños?