Cuando Sabrina se enteró, su expresión apenas cambió. "Mientras no se muera, el juego continúa", pensó.
Abrió el sitio web de una agencia de servicios domésticos para buscar un cuidador para Ignacio. Sus requisitos eran muy específicos: no solo debía saber cuidar de una persona, sino también ser capaz de pelear si era necesario.
Quería asegurarse de que nadie se atreviera a maltratar a Ignacio cuando ella no estuviera.
Pronto, un perfil le llamó la atención.
La ficha decía:
«Matías Zúñiga, hombre, 23 años, licenciado. Habilidades: excelente cocinero, experto en combate (uno contra ocho)».
Los ojos de Sabrina se iluminaron. ¡Este era perfecto! Atractivo y buen luchador. De inmediato, contactó al jefe de la agencia.
El jefe le dijo que podía pasar por la tarde a firmar el contrato y que Matías podría empezar a trabajar de inmediato.
Tras colgar, Sabrina se estiró y fue a cambiar de posición a Ignacio. El día anterior había comprado un masajeador eléctrico para estimularle la circulación.
Al principio todo iba bien, pero de un momento a otro, la entrepierna de Ignacio comenzó a reaccionar de nuevo.
Sabrina, entre avergonzada y confundida, se preguntó si esa era una reacción normal. ¿Un hombre en coma profundo podía tener una erección?
Tras reflexionar un momento, abrió una aplicación de consulta médica en línea y escribió: «¡Urgente! Mi esposo en coma tiene una erección. ¿Es normal? ¿Qué debo hacer?».
El médico en línea respondió al instante: «Sí, es completamente normal. Lo correcto es ayudar al paciente a liberarse».
¿Liberarse?
Al leer esa palabra, el rostro de Sabrina se encendió. Imágenes subidas de tono comenzaron a desfilar por su mente sin que pudiera evitarlo.
Como él no podía moverse, ella tendría que estar encima…
Se pellizcó el muslo con fuerza, y el dolor le sacó las lágrimas. Sacudió la cabeza frenéticamente, como si quisiera expulsar esas ideas de su mente.


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