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Reencarné y mi Esposo es un Coma romance Capítulo 106

Seguramente el dinero se lo había dado Ignacio. Y si era dinero de Ignacio, entonces ya era suyo.

En cuanto firmaran el acuerdo, recuperaría Jardines de Esmeralda.

Qué casualidad, Tania le había estado pidiendo que le comprara un apartamento allí. Ahora tenía uno listo para ella.

Media hora después, Camilo dejó a Sabrina frente a Jardines de Esmeralda.

—Sabri, si necesitas algo, llámame. No cargues con todo tú sola.

Sabrina solo sonrió sin decir nada y entró rápidamente en el edificio.

Al llegar al piso 16, se sorprendió al ver a Adriana parada frente a la puerta de su apartamento.

"¿Qué hace ella aquí? O mejor dicho, ¿cómo sabe que vivo aquí?".

Había comprado el apartamento hacía apenas una semana y no se lo había dicho a nadie.

Al ver llegar a Sabrina, Adriana sonrió, la saludó con la mano y se acercó a grandes zancadas para tomarla afectuosamente del brazo.

—Sabrina, sabía que vendrías a Jardines de Esmeralda.

Después de la pelea, Jardines de Esmeralda era el único refugio de Sabrina.

—¿Cómo sabías que vendría aquí? —preguntó Sabrina, llena de dudas.

Adriana se frotó los dedos y bromeó:

—Lo adiviné, tengo poderes psíquicos.

—No tiene gracia, y no te creo —respondió Sabrina con seriedad, su voz un par de tonos más grave.

—¡Je, je! Era una broma. Te localicé por el GPS de tu celular.

A Sabrina no le convenció la explicación.

—No, eso no tiene sentido. Sin mencionar cómo lograste rastrearme, incluso si lo hiciste, ¿cómo llegaste antes que yo? ¿No deberías haber llegado después?

—Creo que no te invité a pasar.

—Sabrina, no vine a abogar por nadie esta noche. Te prometo que no diré una palabra, no te molestaré. Solo quiero quedarme aquí.

—Para serte sincera, mis padres quieren que vaya a una cita a ciegas. Me negué y me echaron de casa. —Adriana se las arregló para forzar un par de lágrimas, dándole un aire lastimero.

Pero Sabrina no se tragó el cuento.

—¿La gran señorita Ramos sin un lugar donde quedarse? ¿Acaso los hoteles no tienen suites presidenciales?

—Quedarme sola en un hotel es demasiado solitario, a menos que me acompañes. —Adriana la miró con ojos suplicantes, juntando las manos en un gesto de ruego.

Sabrina suspiró, resignada.

—Esta noche, compórtate como una muda. Si oigo salir de tu boca el nombre de cierta persona, te echo a la calle de inmediato.

***

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