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Reencarné y mi Esposo es un Coma romance Capítulo 139

A pesar de su faceta romántica, Melina era una persona bastante reservada. Asintió sin expresión alguna.

—Solo hice lo que debía.

—Esta noche invito yo. —Sabrina le acercó el menú a Melina—. Mira a ver qué te apetece.

Melina acababa de coger el menú cuando la voz de Adriana la interrumpió.

—Yo que tú, pediría el seso de cerdo estofado con gastrodia. Para reponer el tuyo.

El comentario, claramente una indirecta a Melina, la hizo enfurecer. Estaba a punto de replicar cuando, de reojo, vio a Germán entrando a cenar con Tania. Se quedó helada. En su mente resonó el mensaje de Germán.

[Esta noche tengo que trabajar hasta tarde. Ya quedaremos.]

Así que la había vuelto a engañar. ¡Y otra vez para irse con su “amiga”!

Qué ironía.

Siguiendo la mirada de Melina y Adriana, Sabrina también vio a Germán y Tania sentados no muy lejos.

Esbozó una sonrisa fría. Un canalla y una zorra, la pareja perfecta. Solo sentía pena por Melina.

—¿Ya lo has visto claro? ¿Todavía quieres defenderlo? Si no me equivoco, has aceptado mi invitación tan rápido porque te ha dejado plantada, ¿verdad?

Adriana no tuvo piedad al desenmascararla. Eran hermanas, habían crecido juntas, ¿cómo no iba a conocerla?

Melina se quedó pasmada, con la mirada fija en Germán y Tania. Poco a poco, sus ojos se enrojecieron y se llenaron de lágrimas.

Sabrina le ofreció un pañuelo y le susurró:

—Porque la hierba siempre es más verde en el jardín del vecino. Los hombres, en el fondo, son unos necios. Germán no es un buen tipo, es mucho más despreciable y rastrero de lo que imaginas.

En su vida pasada, Germán también la había culpado de la muerte de Tania y se había aliado con Camilo para torturarla.

Y, al igual que ahora, en su vida pasada, la novia de Germán seguía siendo Melina. Quizás, en aquel entonces, se casaron después de la muerte de Tania, pero Melina estaba destinada a no ser feliz.

—Sabrina tiene razón. Te lo he dicho mil veces, Germán no solo es un necio, es basura. Y además, no vivirá mucho. Ahora que lo has visto con tus propios ojos, acompañando a Tania en lugar de a ti, ¿se te ha roto el corazón de una vez? —dijo Adriana, con una expresión de resignación.

Si verlo con sus propios ojos no era suficiente, ¡quizás tendría que pillarlos en la cama para que se le rompiera el corazón del todo!

—¿Y qué si lo sé? No es la primera vez que me miente, y ya lo he descubierto varias veces. Pero siempre le doy otra oportunidad, y él nunca cambia, al contrario, cada vez es peor. —Melina dejó de llorar, y una sombra de rencor apareció en sus ojos.

***

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