Ignacio soltó una sonrisa y dijo:
—¿Ahora resulta que la astucia también es un tipo de encanto?
—Pues... ¿quién sabe? —Sabrina se encogió de hombros, divertida—. Mira a Camilo y Germán, ¿apoco no caen redonditos ante esos jueguitos de Tania?
—Eso será ellos, yo no soy igual.
—Al final, todos son hombres, ¿qué tanto pueden ser distintos?
Ignacio suspiró resignado:
—Así como tú y ellas son mujeres, ¿tú crees que sean iguales?
Sabrina no lo negó. En su vida pasada, siempre había despreciado el uso de intrigas y manipulaciones, pero ahora, si seguía siendo tan ingenua e incapaz de jugar con la mente de los demás, seguro que terminaría sufriendo mucho.
Tal como lo que pasó hoy en el baño; sí, había usado a Isabella para enfrentar a Tania. Después, ella misma le pidió el número de WhatsApp a Isabella, pero en realidad, era para seguir investigando las razones detrás de la quiebra de Grupo Molina.
...
En ese momento, Roberto e Isabella se acercaron.
—Señor Guerrero, señorita Molina —saludaron ellos, sonriendo.
Sabrina se levantó con entusiasmo y los recibió con una sonrisa cálida.
—Por favor, siéntense, los estábamos esperando.
—Señorita Molina, siéntate tú también, no seas tan formal —dijo Isabella, tomándola de la mano para que se sentara a su lado.
Sabrina acercó el menú hacia Isabella y preguntó:
—Señor Duarte, señora Duarte, ¿quieren ver qué se les antoja?
—Lo que ustedes ordenen, para mí está perfecto —contestó Isabella, pasándole el menú a Ignacio—. Señor Guerrero, ¿por qué no eliges tú?
—Mejor que elija Sabri —reviró Ignacio.
Al final, el menú terminó de nuevo frente a Sabrina, así que le tocó a ella decidir qué pedir.
Isabella echó una mirada rápida a Ignacio y luego se volvió hacia Sabrina.

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