Camilo, que estaba en el hospital cuidando de Julieta, ya se sentía abrumado por la presión de los últimos días. La llamada de Tania fue la gota que colmó el vaso, y toda la rabia que había acumulado la descargó sobre Sabrina.
—¡Maldita sea, Sabrina! ¡Ya has hecho bastante daño a mi madre, y ahora esto! ¡No te preocupes, ahora mismo voy para allá a darte tu merecido!
Al oír la respuesta que esperaba, una sonrisa de satisfacción se dibujó en los labios de Tania. "Perfecto", pensó. "Hoy voy a pisotear a Sabrina y a desquitarme de todas las humillaciones".
—Cami, mejor déjalo. No quiero que te metas en problemas —dijo Tania, fingiendo preocupación, aunque en realidad deseaba que él la defendiera.
Así, si algo salía mal, ella no tendría la culpa.
—¡No! ¡Sabrina se ha pasado de la raya! ¡Voy para allá ahora mismo!
Camilo colgó, dio instrucciones al personal del hospital para que cuidaran de Julieta y se dirigió a toda prisa hacia Empresas Nube.
***
Tania se lavó la cara, y aunque el ardor en los ojos disminuyó, el picor persistía. El chile no mataba, pero dolía como el demonio.
Cuando Camilo llegó a Empresas Nube, hecho una furia, una sonrisa de triunfo se dibujó en el rostro de Tania. "Sabrina", pensó, "se te acabó la buena vida".
Sabrina lo vio llegar, pero rápidamente apartó la mirada y continuó con su trabajo.
Camilo, ignorado, se enfureció aún más. Se plantó frente al escritorio de Sabrina y dio un puñetazo en la mesa. El ruido atrajo la atención de todos en el departamento, que se giraron para ver qué pasaba.
Solo Carmen permaneció indiferente, sacó su celular y le envió un mensaje a Ángel.


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