—Lo que he dicho antes era una broma, no te lo tomes a mal.
Adriana cambiaba de registro con una naturalidad pasmosa. Un segundo antes la llamaba Sabri, y al siguiente, le hablaba con una familiaridad que a Sabrina le resultaba desconcertante. Se preguntó si no estaría un poco loca. ¿O la estaba tomando por tonta?
—¿Te divierte burlarte de mí? —le espetó Sabrina, con el rostro ensombrecido y la voz gélida.
Al ver su enfado, Adriana borró la sonrisa de su rostro y se puso nerviosa.
—Lo siento, de verdad que solo era una broma. No se lo digas a Nacho, por favor. Si se entera, me mata.
—No me gustan ese tipo de bromas. No me hacen ninguna gracia, me parecen una burla —respondió Sabrina, aunque en el fondo sospechaba que las palabras de Adriana, más que una broma, habían sido una forma de ponerla a prueba.
Pero, ¿qué había dicho ella?
Adriana, pensando que Sabrina estaba realmente enfadada, se disculpó una y otra vez.
—Lo siento de verdad, he sido una bocazas. Me daré tres bofetadas.
Y, dicho esto, se abofeteó varias veces.
—Si no te parece suficiente, puedo seguir hasta que estés satisfecha.
—Olvídalo, no es para tanto —dijo Sabrina, agitando la mano. Si Adriana seguía así, parecería que era ella la que no tenía sentido del humor.
—Entonces, ¿somos amigas? —preguntó Adriana, recuperando su entusiasmo y proponiéndole ir al cine al día siguiente. —Total, es fin de semana y no tienes nada que hacer. Acompáñame, ¿sí?
A Sabrina le encantaba el cine, y últimamente se habían estrenado varias películas que quería ver. La invitación de Adriana era tentadora, y acabó aceptando, sintiéndose un poco tonta por ceder tan fácilmente. Al fin y al cabo, la mujer que tenía delante bien podría ser su "rival".
—¡Genial! ¿Qué película quieres ver? —le preguntó Adriana, y le mostró la cartelera en su celular.


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