Cuando Alfredo y el resto de los miembros de la familia escucharon sus palabras, todos se exaltaron de manera obvia.
Alfredo le tomó la mano, entusiasmado.
—¡Sí, sí, sí! Señor Félix, si consigue deshacerse de ese inútil de Nataniel Cruz, toda nuestra familia está dispuesta a aceptar a Penélope y a su bebé de vuelta. También prometo casarla con usted. Los Sosa y los Lobaina nos convertiremos en parientes políticos.
Samuel estaba preocupado.
—Nataniel es bastante inepto, pero de alguna manera tiene a la familia de Bartolomé comiendo de su mano. Me preocupa que Penélope no acepte dejarlo.
Félix entrecerró los ojos y respondió:
—No se preocupe. Me encargaré de deshacerme de él y de ganarme el corazón de Penélope.
Los Sosa no podían ocultar sus amplias sonrisas mientras asentían con fervor.
Félix siguió conversando con Alfredo y su familia. Después de un rato, él y sus hombres salieron de la casa de los Sosa. Al salir, Espectro, uno de sus hombres más capaces, no pudo contenerse:
—Señor Lobaina, Penélope es una mujer «usada». ¿Está seguro de que vale la pena?
Félix se ajustó sus lentes dorados y entrecerró los ojos.
—No me casaría con ella, pero hace poco tomó el control de un importante proyecto en Fortaleza. Este proyecto tiene un buen margen de beneficios. Una vez que la tenga, el proyecto será mío también.
Espectro abrió los ojos como platos.
—¿Entonces, el Sr. Félix en realidad solo pretende usarla?
—¡Mira, un hombre rico de una familia de élite! ¡Parece que va a confesar su amor! ¡Es tan romántico!
—¡Debe ser de una familia muy rica! ¡Mira ese Maserati! ¡Debe costar por lo menos más de dos millones!
—¡Es tan raro que alguien no solo sea tan joven y rico, sino que además sea tan romántico! ¡Mira cómo ha preparado nueve mil novecientas noventa y nueve rosas! ¡Es tan detallista!
El hombre del traje blanco no era otro que Félix Lobaina. En ese momento, estaba esperando a que Penélope saliera de su oficina. Era la hora de salida del personal. Estaba preparado para conquistarla con aquella escena romántica.
Muy pronto, Penélope salió del edificio elegantemente vestida. Su hermoso cabello estaba recogido y dos mechones sueltos enmarcaban su rostro. Parecía una diosa. Vio las rosas en forma de corazón en el suelo, el Maserati y el hombre del traje blanco sosteniendo un ramo de flores. Se sintió un poco desconcertada y pensó que había una pareja profesando su amor. De inmediato, se apartó de en medio.
Sin embargo, el hombre del traje blanco se dirigió hacia ella con su ramo de rosas. Lo reconoció enseguida y exclamó sorprendida:
―¡Félix Lobaina!

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