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Sexo con mi jefe romance Capítulo 5

Anoche me había alejado de el, me fui a mí habitación y

cerré la puerta con seguro, mientras rogaba que él no fuera por las llaves y

entrará sin mí permiso. Cuando mí despertador sonó, me levanté rápido a darme

una ducha , al bajar a la cocina vi a Camille preparando una nueva receta. La

saludé y comenzamos a charlar.

- ¿Cómo va todo?.- Me preguntó Camille sobre el

- Ah.. anoche hablé con el, y yo le dije...que no me

acostare con el hasta saber la verdad de Victoria.-

- Dios. Franchesca nose como eres capas de hablar así con

el.

- Yo tampoco Camille pero sabes que cuando algo se me mete

en la cabeza...

- Nadie lo saca hasta tener respuestas.- Termino la frase

por mí .

-¿Crees que me lo diga con tal de acostarse conmigo?

- Si.- Respondió como si fuera la cosa más obvia del mundo.-

De seguro que si.

- ¿Este domingo tienes el día libre?

- Como todos los domingos.- Me sonrió.- ¿No extrañas tu

libertad?

- Mmmm...

Cuando firme contrato con Ignacio, y antes que tuviera mí

entrevista con el, siempre planeé trabajar los siete días de la semana, sin

vacaciones, porque si quería estar con él debía estarlo siempre, a veces

extrañaba mis salidas con Camille, pero había que ver el lado positivo:

Si al fin y al cabo yo no terminaba junto a Ignacio, al menos tendría mucho

dinero ahorrado.

- A veces.- Respondí luego de mí reflexión

- Me gustaría volver a atrás.- Dijo nostálgica, negué.

- No así estoy bien, aún deseo que Ignacio decida hacer

vacaciones así nos lleva.

- Todos esperamos eso Franchesca.- Río.- Espero que él te

diga sobre ella, así te metes de nuevo en su cama.- Me miró riendo, y si, era

lo que yo también quería.

***

Era domingo los días pasaban, y el aún no me decía nada

sobre ella. Me había buscado más de una vez para que yo cayera en sus encantos,

pero eso no pasaría, estaba encaprichada y hasta que no tuviera lo que quería

él no tendría lo que él quería. Claro, estos rechazos a él no había sido

sencillo, realmente pensé que una noche me violaría.

FLASHBACK

Eran los doce de la noche, estaba en mí cuarto, estaba

acostada cuando la puerta de mí habitación fue golpeada, fui a abrir, y al

abrir vi a Ignacio de otro lado, su rostro era extraño, sus ojos estaban caidos

y tenía una sonrisa tonta en sus labios. Pasó y me apoyo en la puerta mientras

se cerraba.

- Estás sexy.- Su olor a alcohol llegó a mí, estaba

borracho.

- Aléjate.- Le dije sería y firmo pero el negó riendo.

- No, Welsch.- Sus palabras se arrastraban, se acercó a mí y

me beso fuerte trate de separarme en un intento fallido porque sus manos no

soltaban mis brazos.

- Basta.- A penas pude lo mire sería.- Aléjate de mí.

-No.- Trato de besarme pero lo aleje.

- Ya te dije mientras no me digas nada de Victoria no

tendrás nada de mí.

- ¿Porque tanta mierda con Victoria? ¿Que importa ella? No

te diré nada y tú harás lo que yo diga, ¿Escuchaste Semana?.

- Hola ....Erick. - Mire su credencial.

- ¿Cómo estás?.- Se veía agradable y de mí edad.

- Bien ¿Tú?.

- Bien, que número buscas?.

- Oh justo este.- Pesqué unas botas.- Me los probaré.

- De acuerdo, si te gusta me avisas y te traigo una caja con

el par o te ayudo a buscar algún otro que te agrade.

- De acuerdo.- Me sente en un pequeño sillón y me probé la

bota, me quedaba perfecta, me la quité para dirigirme a Erick otra vez.- Me las

llevo.

- Te quedan perfectas.- Me guiño el ojo. Era atractivo, fue

a buscar la caja y me la entrego.- No quieres ver algo más?.

- No, gracias.

- Bien, $50.000 entonces.- Le entregué mí tarjeta y el iso

su trabajo.- Espero verte pronto linda.

- Si también yo.- Cogí la bolsa la que tenía la caja y

sonreí.- Adiós.

Eran las siete, me había recorrido unas veinte tiendas en

tres horas y algo. Tenía que regresar a la casa de Diaz. Conducía tranquila y

al llegar vi que el auto de Ignacio ya estaba aquí.

- Hola.- Saludé cuando entre, Scarlett y Kenny me sonrieron.

Vi a Richard y Ignacio salir de su oficina.- Buenas tardes.

- Buenas tardes.- Respondió Richard, pero Ignacio. Pasó por

mí lado, desde el incidente de la noche en el cual el estaba borracho había

dejado de acercarse tanto a mi.

Fui hasta el segundo piso, y sentí pasos detrás de mí, pero

no volteé, no hasta que un brazo me dio vuelta en medio del pasillo era el.

- Tenemos que hablar.

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