Justo en ese momento, Andrés López se sintió conmovido.
Gracias a las rápidas acciones de Daisy, Mirella no sufrió mayores consecuencias.
Durante los días que Mirella estuvo hospitalizada, Daisy no se despegó de ella ni un instante, además de animarla y ayudarla a sobrellevar la situación.
Fue en ese tiempo que Andrés López por fin se dio cuenta de que el problema venía de su forma de educar.
Después, Daisy llevó personalmente a Mirella con un psicólogo y también le ayudó con las tareas de la escuela.
Con el apoyo de Daisy, Mirella fue mejorando poco a poco y, al final, logró ingresar a la preparatoria que tanto deseaba.
Mirella, por su parte, le tomó un cariño especial a Daisy, viéndola casi como una hermana mayor con la que podía platicar de todo. Así fue como terminó enterándose de algunas cosas sobre Daisy.
Entre esas confidencias, Mirella supo que Daisy tenía novio, y que además su novio era su jefe.
Por supuesto, a Mirella no se le escapó lo que sentía Andrés López.
Por eso, no pocas veces le hizo comentarios a Andrés, lamentando que hubiera llegado tarde y que esa no era su oportunidad.
Andrés López, siempre un tipo correcto, al saber que Daisy ya tenía a alguien, guardó sus sentimientos.
Se comportó como un caballero, nunca cruzando la línea.
Hasta hace apenas un rato, cuando vio con sus propios ojos a Oliver enredado con otra mujer, y se enteró de que Daisy ya no trabajaba en Grupo Prestige.
Le bastó hacer cuentas para deducir que Daisy y Oliver habían terminado.
En ese instante, sintió una emoción que no podía contener.
Y sin perder tiempo, le marcó a Mirella para contarle la buena noticia.
Mirella estaba en la litera de arriba de su dormitorio, mirando una serie en su celular, cuando recibió la llamada. Al escuchar lo que Andrés le decía, dio un brinco y se pegó la cabeza con el techo, soltando un grito de dolor.
Pero ni tiempo tuvo de quejarse. Lo único que quería era apurar a Andrés.
—¿Y tú qué esperas?
—¡Ve tras ella!
—¡Quiero que Daisy sea mi cuñada!
...
Para no defraudar la confianza de Andrés López, Daisy se desveló durante tres días seguidos, elaborando un plan de negocios que rozaba la perfección.
En cuanto lo tuvo listo, comenzó a contactar a algunos inversionistas que había conocido en el pasado.
El presidente Ferrer se tomó su tiempo para leer el plan de Daisy. Su expresión mostraba interés, pero Daisy notó que había cierta duda en su actitud.
—¿Cree que el plan tiene fallas? —preguntó Daisy con cautela.
El presidente Ferrer negó con la cabeza.
—El plan es excelente.
—Entonces, ¿qué es lo que lo hace dudar, presidente Ferrer?
—¿Sabías que la directora Espinosa de Grupo Prestige también está trabajando en un proyecto de inteligencia artificial? —le soltó el presidente Ferrer.
Daisy contestó con honestidad.
—No tenía idea.
El presidente Ferrer agregó:
—Hace poco, el presidente Aguilar llevó a la directora Espinosa a una de nuestras cenas de negocios. En esa ocasión, ella habló de su proyecto y la verdad es que me llamó mucho la atención.
Daisy ya sabía que Oliver consentía a Vanesa.
Pero jamás imaginó que llegara al extremo de llevarla personalmente a esas cenas de inversionistas y dejarla presentar su propio proyecto.

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