De no ser por su cara, habría jurado que se había equivocado de persona.
Karim frunció el ceño, sintiendo una opresión en el pecho.
La Otilia que él conocía no debía tener ese aspecto.
Otilia reaccionó y sus ojos se encontraron con los de Karim. Fue solo un instante; enseguida bajó la cabeza y, por puro instinto, dio un paso atrás, con todo el cuerpo en tensión.
En la Academia de Formación Ángel, una simple mirada era considerada una provocación. La insultaban con las palabras más crueles, la maldecían y la golpeaban sin piedad.
Después de incontables palizas, su cuerpo había aprendido a reaccionar por sí solo.
Pero Karim se rio.
—Vaya, parece que en esa Academia sí que saben hacer su trabajo. Te han dejado muy dócil y obediente. Deberíamos haberte mandado antes, así Juli se habría ahorrado muchos de tus maltratos.
Otilia mantuvo la cabeza gacha, en silencio. No se defendió a gritos como habría hecho antes, como si estuviera aceptando la acusación.
Karim se puso los lentes de sol con impaciencia.
—Bueno, súbete ya al carro, que no quiero llegar tarde a la carrera.
»Y que conste que esto es porque Juli es un alma de bien. Si no fuera por ella, ¡ni loco vendría a buscarte!
Con la cabeza baja, Otilia abrió la puerta del copiloto.
Apenas se sentó, antes de que pudiera abrocharse el cinturón, Karim pisó el acelerador a fondo.
El rugido del motor resonó como un trueno y el carro deportivo salió disparado como una flecha.
Karim sonrió con emoción. De reojo, la miró, esperando escuchar sus gritos de pánico, esperando que le suplicara que parara.
O que, como antes, usara su autoridad de hermana mayor para prohibirle correr fuera de la pista.
Si decía una sola palabra, él se lo contaría a sus padres y a su hermano mayor. Les diría que en la Academia no había aprendido nada, que seguía siendo la misma arrogante de siempre, incapaz de entender cuál era su lugar.
Solo si le rogaba y le prometía no volver a meterse en sus asuntos, tal vez, solo tal vez, la perdonaría.
Pero pasó el tiempo y Otilia no dijo nada.
Era su castigo por haber empujado a Juli por las escaleras dos años atrás.
—Señor Aguilar, la carrera se adelantó. ¿Ya viene para acá?
Karim miró a Otilia.
—Enseguida.
Colgó y le ordenó con frialdad:
—¡Bájate!
Antes de que Otilia pudiera reaccionar, Karim abrió la puerta y la empujó fuera del carro.
—Pide un taxi para volver a casa.
Y sin más, la abandonó en medio de la carretera.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Su Regreso, Su Remordimiento