UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 105

Andrea apretó los puños y las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas en silencio.

—¿Esto era lo que esperabas? —le preguntó a Zack, que miraba su teléfono con una expresión que variaba entre la rabia y la impotencia.

—Honestamente no —respondió él—. Estaba esperando una amenaza, que soltara la lengua sobre su dinero o algo... Pero no me esperaba esto.

—Pues supongo que te dio más de lo que esperabas —replicó ella metiéndose en el baño con ganas de romper todo lo que tenía delante.

Zack sabía que lo que acababan de escuchar era muy duro, y también sabía que debía dejar que Andrea se calmara, así que salió para hablar con el licenciado Gazca y ponerlo al tanto de la situación.

Sin embargo no tenían mucho tiempo para ahogarse en aquella impotencia, porque en pocas horas tendrían que dar otro paso muy importante.

Andrea tenía miedo. Era inútil decir lo contrario. Pero esa tarde cuando la trabajadora social llegó al departamento para inspeccionarlo, terminó su revisión con una sonrisa satisfecha.

—Esto está muy bien, Andrea. Has hecho un trabajo increíble aquí.

—No fui yo sola, pero gracias —sonrió la muchacha aliviada sabiendo que todo estaría bien, al menos con respecto a la evaluación de un ambiente apto para tener a Adriana.

Su cuanta de ahorro también estaba bien. Ben había hecho su declaración jurada sobre la contratación de Andrea, sus clientes, y sus ingresos, y esos eran suficientes para darle una vida decente a su hija.

Aun así, esa noche de nuevo la pasaron inquietos. Adriana se durmió sobre el pecho de Zack y Andrea intentó descansar abrazada también a él, pero Zack podía sentir cada músculo tenso bajo su piel.

Cuando el juicio se reanudó al día siguiente todos estaban listos para decir lo que habían venido a hacer. El juez les pidió a los trabajadores sociales sus declaraciones para comenzar y que estaba encargado de Mason afirmó que poseía mayores condiciones económicas que Andrea, por lo tanto, pensaba que sería la mejor opción para Adriana.

Pero en cuanto le dieron la palabra el Licenciado Gazca se puso de pie.

—¡Objeción!

—¡Bien, bien, me callo! —accedió Gazca pero ya sabía que había plantado la semilla en el cerebro del juez.

Entonces le tocó su turno a la trabajadora social que le habían asignado a Andrea, y ella leyó su informe: una descripción detallada sobre cada paso dado por Andrea para proveer lo necesario para su hogar.

—¿Entonces su conclusión? —preguntó el juez y la mujer miró a Andrea.

—Su Señoría, creo que si ponemos antes que nada las necesidades de la niña, lo mejor para ella es estar con su madre. Es cierto que no tiene las posibilidades económicas del padre, pero la señora Brand ha hecho un gran esfuerzo para crear un ambiente seguro y estable en su hogar —sentenció—. Eso es lo que estamos buscando. Si el padre tiene tanto dinero, lo correcto sería que le pasara la pensión correspondiente, con carácter retroactivo por todo lo que no le ha dado hasta el momento, y se atuviera a las visitas que le conceda el tribunal.

Aquella declaración era rotunda, porque además de todo, la trabajadora social les había recordado todos los meses de abandono nos solo físico sino también económico que había sufrido la niña.