UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 223

Danna se paralizó al escuchar aquella voz. Durante meses había intentado olvidar cómo sonaba, pero era imposible, porque su última orden casi había destruido su vida.

El aire estaba lleno de tensión y su corazón latía cada vez más rápido cuando se giró para enfrentarlo.

—Emil —murmuró entre dientes.

Estaba parado en una de las esquinas con los brazos cruzados, mirándola con una expresión de desaprobación y reproche que ella ya conocía muy bien. Era Emil Landou. Su antiguo entrenador. Danna trató de disimular el disgusto que sentía, pero sabía que él podía leerla como un libro abierto.

—¿Qué haces aquí? —preguntó entre dientes.

Emil la miró con una intensidad que en otro momento la habría aterrorizado.

—¡pues imagínate mi sorpresa al saber que un patrocinador poderoso de Suiza estaba entrevistando entrenadores, y venir aquí solo para encontrar que siempre no te moriste, Dannita —dijo con una voz glacial—. Así que aquí estoy para preguntarte qué te ha pasado, y sobre todo ¿cómo es eso de que tienes a otro entrenador ahora?

Danna pasó saliva.

—Pues ya ves, estoy vivita —admitió—. Y es cierto, tengo otro entrenador. ¿O creíste que después de lo que pasó iba a volver a trabajar contigo?

Emil frunció el ceño y la miró con una mezcla de desprecio, rabia y... algo más.

—¿Cómo te atreves a decir eso? —preguntó con voz amenazante—. Después de todos los años que pasé entrenándote, de todo el trabajo que hice para ayudarte a convertirte en la mejor atleta que podías ser... ¿Ahora me dices que no quieres trabajar conmigo?

Danna levantó la barbilla, siendo una niña le había tenido cariño, luego respeto, y por último miedo, pero ya hacía mucho tiempo de eso.

—¿Y qué importa todo lo que hiciste si por tu culpa casi pierdo mi embarazo? —dijo con voz tranquila.

—Yo no tuve nada que ver...

—¡Tú me obligaste a seguir entrenando! —replicó Danna con furia.

—Tu madre te obligó a seguir entrenando...

—¡Y tú pudiste negarte! ¡Sabías que estaba embarazada, sabías que mi equilibrio no era bueno y todo lo que eso podía ocasionar y aún así me hiciste entrar al hielo y patinar! ¡Me ordenaste hacer un salto que casi me cuesta a mi hijo! —le gritó—. Pero lo hiciste porque eso era lo que querías, querías que perdiera mi embarazo, ni siquiera intentes negarlo.

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