UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 62

—¿¡Tú qué diablos estás haciendo aquí!? —espetó con rabia viendo a Mason en el umbral.

—Te prometí que volvería a recuperarte, Andy, a ti y a la niña —respondió él con seguridad. Andrea lo miró confundida, como si le estuviera hablando otro idioma.

—¡Ya es demasiado tarde para eso! —siseó ella—. Nosotros ya no somos nada tuyo, Mason.

Él bajo la cabeza y apretó los dientes, pero terminó entrando al departamento incluso haciendo a un lado a Andrea.

—Sé que he cometido muchos errores en el pasado pero ahora estoy decidido a hacer las cosas bien si me das una oportunidad. Te prometo que yo haré todo lo posible por...

—¡Cállate la maldit@ boca, Mason! —espetó ella—. Ahórrate las explicaciones y la saliva porque no me interesa nada de lo que tengas que decir. No quiero volver contigo y mi hija tampoco. Estamos bien aquí y lo vamos a seguir estando, así que mantente alejado de nosotras.

Mason se quedó en silencio durante varios segundos antes de hablar.

—Tienes que saber por qué me fui...

—¡No me interesa!

—¡Un negocio salió mal, Andy! ¡Debía muchísimo dinero! ¡Iba a ir a la cárcel...!

—¡¿Y eso justifica que nos hayas dejado sin nada?! ¡Tú no querías ir a la cárcel y por eso nos dejaste en la calle! —escupió Andrea con rencor—. ¡Me dejaste con mi hijita prematura en los brazos, infeliz! ¡Ni siquiera tenía dónde acostarla cuando llegué a esta casa, porque ni siquiera dejaste su cunita...! ¡Es que tienes suerte de que no te mate aquí mismo! ¡Lárgate, lárgate de aquí!

—¡No me voy a ir! ¡Pasé un mal momento pero ahora todo cambió, tengo dinero! ¡Hice un nuevo negocio que salió bien, así que tengo mucho dinero ahora, podemos volver a estar juntos...!

—No tientes tu suerte, Andy...

—¡Ya no me digas Andy, infeliz! ¡Y te largas de mi casa! —gritó empujándolo a la puerta—. ¡Vete!

Mason salió de allí furioso. Ya era un hecho, Andrea se acostaba con el idiota aquel, solo necesitaba averiguar quién era y meter sus manos en el asunto lo más rápido posible... Y también tenía que ver aquello de que se estaban divorciando.

Por suerte para él, había algo en lo que no había mentido: tenía dinero ahora, no lo había conseguido de la forma más honesta, pero de que tenía poder para actuar, lo tenía, tanto así que antes de que pasaran dos horas ya sabía quién era Zack Keller y la dirección de su departamento.

—Bien... veremos qué tiene que decir el señorito —gruñó enfilando su recién estrenado Mercedes-Benz hacia aquella dirección.