Una curvy para el Alfa romance Capítulo 27

Mis tontas explicaciones me están haciendo quedar aún peor. Por la expresión en su cara sé que ella me toma por un mentiroso.

—Y más allá de todo, alfa... — dice ella separándose de mí, llamándome por mi título algo que no había dicho nunca y que en este preciso momento no es una buena señal.

—Yo no puedo volver a la manada, tú me sacaste de ahí, ¿lo recuerdas? Dijiste que yo era un peso muerto y un lastre, una humana asquerosa que debería estar con mi gente... y que no debería volver nunca más... — dice ella con los ojos cargados de lágrimas, pero también con temple y determinación. Sus palabras están cargadas de veneno… pero también de verdad.

Siento un pinchazo de culpa y de remordimiento, mi yo de hace años venía a patearme el trasero, mis palabras a golpearme, y el karma a doblegarme. Yo había dicho todo eso, recuerdo como ella me miraba como si me pidiera piedad… y yo no la tuve.

—Tatiana... por favor…— le dije y caí de rodillas.

—Te reías de mí… nunca me ayudaste. Y peor… me alejaste de mi familia… perdí todo. No me busques más… no puedo lidiar con esto…— dijo y se alejaba de mí, mientras yo caía de rodillas.

Estaba tan adolorido como si me hubiesen roto el corazón que no pude moverme cuando ella se fue caminando entre los árboles, huyendo de mí una vez más.

No era un rechazo completo, pero se sentía como tal, mi lobo aullaba dentro de mi desesperado, y yo me quedé en el suelo sintiéndome morir.

Yo el gran Alfa, el joven heredero que pensaba tenerlo todo, estaba ahí prácticamente sin poder moverme, con la mejilla pegada al suelo, viendo hacia dónde ella se había ido.

Mi orgullo estaba quebrado y parecía que también mi espíritu. No sé cuánto tiempo pasé ahí, pero el sol ya estaba bien alto cuando apareció David, me vio con expresión preocupada y me ayudó a levantarme.

—Volvamos a la manada... necesitas un tiempo— me dijo.

—Ella necesita pensar… ya lo verás. Eres un alfa, lo superarás…— decía, pero yo no lo creía. Y cuando volví a mi manada Medianoche ... todo me parecía extraño y ajeno

—¿Estás bien hijo? Te ves descansado, seguro fue la estadía en ese pueblo humano, no hay nada como volver a la manada, con los tuyos— me decía mi padre sonriendo.

—Tuvimos varias cosas, varios temas que hablar y algunos encuentros con otros alfas — le decía yo y le explicaba todo.

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