POV NOEL
Mis ojos me pesan, pero hago el esfuerzo por abrirlos hasta que lo logro y me encuentro con un hermoso paisaje. Era un bello jardín, lleno de flores, arbustos y un árbol.
—¿Do… dónde estoy?
—No, señorita. Por favor, no —escucho la voz de una mujer; y me desconcierta verla con un impecable uniforme blanco.
—¿Dónde estoy?
—No se levante aún. Usted está muy débil; debe permanecer en cama.
—Mi hija…, mi hija…, dónde está mi hija —comienzo a llorar.
—Necesito que se tranquilice por favor.
—Mi hija. ¿Dónde está mi hija?
—Señora, debe tranquilizarse. En un momento, el médico vendrá
—¿Dónde estoy? ¿Dónde está mi hija?
—Señorita
—¿Qué pasó? —escucho una muy seria voz.
—Se levantó y pregunta por su hija —explica quien parecía ser una enfermera.
«¿Un hospital?», me pregunto en silencio.
—Vaya por su esposo —escucho que le responde el médico; y la enfermera sale.
—¿Dónde estoy? ¿Dónde está mi hija?
—Señora, tranquilícese —me pide el médico al administrar algo en mi vía.
—Mi hija…
—Su esposo ya viene
—Mi esposo
—Sí, su esposo, señora
—¿Mi esposo?
—Duerma, no se levante. El señor Hills ya viene
—¿Señor Hills? —musito débil y confundida.
—Acuéstese, señora
—Mi hija. Quiero ver a mi hija —pido al empezar a llorar.
De pronto, la puerta de la habitación se abre y se hace presente un hombre muy alto, de cabello azabache, con un porte muy elegante. Aquel se mostraba muy serio, parecía apretar su mandíbula sutilmente. Aparte, sus gafas oscuras y su traje negro le daban una especie de misterio y poderío a su imagen.
«Pero… ¿Quién es él?», me pregunto en silencio al mirarlo fijamente.
—Señor Hills, buen día —lo saluda el médico al extenderle la mano.
El hombre solo le responde asintiendo con su cabeza.
—Retírese
—Sí, señor —responde el médico; y se marcha.
El hombre se queda observándome desde la puerta de la habitación y luego, se quita los lentes, dejándome ver así… unos ojos negros bastante penetrantes y cautivadores, adornados por unas cejas semi pobladas que le daban un toque de play boy seductor.
«¿Pero… quién es ese hombre?», me vuelvo a preguntar.
—Mi hija… —musito; y él se acerca a mi lado y toma asiento—. Mi hija…
—Tu nombre
—Mi hija…
—Tu nombre primero
—No…
—Nombre
—Mi hija… —empiezo a llorar—. Por favor, déjeme ir, necesito a mi hija; debo encontrarla.
—Dime tu nombre y yo lo haré por ti.
—¿Qué?
—El verdadero. Quiero tu nombre verdadero. No el falso…, señorita Marie Martins.
—¿Quién es usted? ¿Dónde estoy? —cuestiono preocupada al ver mis manos, pero me tranquiliza no verme esposada.
—Su nombre —repite más serio.
—NO
—¿Quiere a su hija?
—¿Usted la tiene? ¿Es uno de ellos? ¡Devuélvame a mi hija! ¡Devuélvamela!
—Si no se tranquiliza, me temo que no lo haré —contesta neutral; y yo decido tranquilizarme como fuese—. Su nombre
—¿Usted tiene a mi hija?
—No, pero si me dice su nombre, yo podría encontrarla.
—Noel…
—Noel… ¿qué?
—Noel Varksov
—¿Rusa?
—No
—¿Por qué esos hombres la querían desaparecer?
—Encargo de su jefe
—¿Quién es él para usted?
—Usted es un policía, ¿no es así? —increpo preocupada—. Si es así, no le diré nada. ¡No me apartarán de mi bebé! ¡Ni usted ni nadie!
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