Después de colgar, Belén se quedó sentada un rato en la cama, inmóvil.
Las palabras de Cecilia ya no le afectaban.
Total, si ya quería llamar a Frida «mamá», la razón por la que le gustaba tanto ya no tenía importancia.
Dejando de lado esos pensamientos, Belén comenzó a ordenar la habitación.
Después de recoger los pétalos y los regalos, se fue a bañar y a dormir.
A la mañana siguiente, Belén se arregló y salió de la mansión Soler.
Tenía un objetivo claro: ver a Fabián en persona para hablar del divorcio.
Así que fue directamente a su oficina.
Desde la entrada del edificio, Belén llamó a Fabián. Él no contestó, pero le envió un mensaje.
[Estoy en una reunión fuera. Hablamos luego.]
[Entonces te espero en tu oficina] —le respondió ella.
Fabián no volvió a escribir, así que Belén se sentó en el vestíbulo a esperar.
Después de media hora, la recepcionista se levantó de repente, con los ojos brillantes y una enorme sonrisa.
—¡Señorita Frida, qué bueno que vino!
La recepcionista sonreía con una adulación evidente, sus ojos curvados como medias lunas.
Belén levantó la vista y vio que era Frida quien había entrado.
—¿Está Fabián? —preguntó Frida, de pie frente al mostrador.
—El señor Fabián salió a una reunión —le informó la recepcionista—. Pero él ya nos dio instrucciones de que, si usted venía y él no estaba, puede esperarlo en su oficina. Ahora mismo la acompaño.
—Muchas gracias —dijo Frida con una sonrisa amable.
—No tiene que agradecernos, señorita Frida. Lo que necesite, solo díganos.
—De acuerdo —asintió Frida, sin decir más.
La recepcionista la guio hacia el elevador privado del presidente.
Belén lo observó todo, sintiendo una amargura inexplicable.



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Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: De Esposa Desechable a Cirujana Renacida
Faltan muchos capitulos y a los que hay les falta parte del texto. Asi es imposible. Te gastas dinero para leer u te toman el pelo....