De Esposa Desechable a Cirujana Renacida romance Capítulo 254

Cuando llegó a la mansión Soler, toda la familia ya estaba dormida.

Belén subió las escaleras con cuidado y abrió la puerta de su recámara.

No encendió la luz de inmediato. Después de cerrar la puerta, se quedó de pie y suspiró profundamente.

El divorcio la tenía agotada.

Aunque Fabián también estaba de acuerdo en divorciarse, el proceso avanzaba con una lentitud exasperante.

Ni siquiera tenían listo el acuerdo de divorcio.

Pero por más que quisiera apurarlo, no podía.

Belén se recompuso y, al extender la mano para encender la luz, sintió un tacto cálido.

Se sobresaltó y retrocedió instintivamente.

Pero en ese momento, un par de brazos fuertes la atrajeron de vuelta, y en un instante, la persona la acorraló contra la puerta.

El conocido olor a cigarro inundó sus fosas nasales. Forcejeó y gruñó en voz baja:

—Tobías, suéltame.

Tobías se inclinó sobre ella, su aliento ardiente como brasas sobre el rostro de Belén.

Ella giró la cara, y el aliento de él cayó sobre su cuello.

Tobías no dijo nada. Intentó agarrarle el brazo, pero apenas la rozó, ella soltó un quejido ahogado.

—Agh…

Ese gemido de dolor hizo que Tobías la soltara de inmediato.

Encendió la luz de un golpe, le tomó el brazo para examinarlo y le preguntó con preocupación:

—¿Qué pasó?

Belén intentó zafarse con fuerza. Con el rostro endurecido, le respondió:

—No es nada.

Tobías, temiendo lastimarla y viendo cómo intentaba liberarse, la soltó.

Antes de que pudiera preguntar algo más, el celular de Belén sonó.

Lo tomó con la mano izquierda. Tobías se dio cuenta de que estaba protegiendo deliberadamente su brazo derecho, y también vio el nombre en la pantalla: «Fabián».

Belén intentó contestar, pero Tobías le arrebató el celular de la mano y se lo guardó en el bolsillo.

Le tomó la muñeca derecha y le dijo con frialdad:

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