De Esposa Desechable a Cirujana Renacida romance Capítulo 348

Tobías se quedó un momento más en el puesto. Cuando vio que Belén se alejaba, la siguió.

Frida, al ver que Tobías se iba justo en ese momento, sonrió aún más.

Sabía que solo quería verla un poco más, por eso no se había ido antes.

Al pensar en eso, una sonrisa que no podía ocultar se dibujó en sus labios.

Cuando Tobías salió, escuchó a Frida decir:

—Fabián, ya escribí mi deseo. ¿Y tú? ¿No vas a escribir nada?

—No, no tengo ningún deseo en particular —respondió Fabián.

No era que no tuviera deseos, sino que nunca había creído que pedir un deseo pudiera hacerlo realidad.

Tobías ya no escuchó el resto de la conversación.

Cuando alcanzó a Belén, notó que estaba extrañamente tranquila.

¿No debería estar llorando y haciendo un escándalo después de ver a Fabián y Frida juntos?

Pero ahora, parecía que de verdad no le importaba en absoluto.

La mirada de Tobías, afilada como un cuchillo, se posó en Belén, intentando encontrar alguna señal de fragilidad.

Pero ella se mantuvo serena en todo momento, sin mostrar la más mínima alteración.

Tobías quería preguntarle si estaba triste, pero temía que, al mencionar a Fabián, solo la entristecería más.

Así que no preguntó nada, solo le dijo:

—El mercado sigue más adelante, ¿vamos a ver?

—Sí —asintió Belén.

La noche en la Calle del Adoquín era más animada que el día. A pesar de ser de madrugada, la gente seguía yendo y viniendo sin cesar.

Más adelante, incluso había acróbatas.

Belén se detuvo a mirar, mientras Tobías, a escondidas, le enviaba un mensaje a su asistente:

[Intercepta uno más. El de la foto.]

La foto era de la lámpara de loto de Frida. Tenía mucha curiosidad por saber qué tipo de deseo escribiría.

Belén estaba fascinada con las acrobacias de la Calle del Adoquín, completamente absorta en el espectáculo.

Pronto, Tobías recibió la respuesta de su asistente. Le había enviado dos fotos: los deseos de Belén y de Frida.

Tobías abrió primero el de Frida. En él estaba escrito: «Espero gustarle a todos los hombres del mundo, que estén dispuestos a morir por mí y a gastar todo su dinero en mí».

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