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De Esposa Desechable a Cirujana Renacida romance Capítulo 81

En el Rolls-Royce negro, Fabián y Cecilia iban en el asiento trasero. Cecilia había llorado un buen rato y, aunque ya se había calmado, todavía se le escapaban algunos sollozos.

Al poco rato, Frida salió de la escuela.

Como siempre, Fabián le abrió la puerta del carro.

—Fabián, gracias —dijo Frida con los ojos enrojecidos.

Él forzó una sonrisa antes de rodear el vehículo para subir.

Cecilia quedó en medio, con Fabián y Frida flanqueándola a cada lado. Frida no se había vendado el dedo herido; lo tenía envuelto en un montón de servilletas de papel que apenas contenían la sangre. Sin embargo, no se quejó ni una sola vez. En cuanto subió al carro, se giró hacia Cecilia para disculparse.

—Cecilia, fue mi culpa. No pensé bien las cosas y por eso la gente empezó a hablar de ti. Lo siento, de verdad.

Los ojos de Cecilia se enrojecieron de nuevo y se arrojó a los brazos de Frida.

—Señorita Frida, no fue tu culpa. Fui yo la que no bailó bien y por eso se burlaron de nosotras. Fui yo.

Frida abrazó a Cecilia, pero su mirada se desvió disimuladamente hacia Fabián. Al ver su expresión seria, supo que estaba de mal humor. Sin prestar atención a lo que Cecilia decía, se disculpó directamente con él.

—Fabián, perdóname, no supe proteger a Cecilia.

Cuando él la miró, la frialdad de sus ojos se suavizó. Esbozó una leve sonrisa.

—No te preocupes. Nunca has sido madre, y lo que hiciste estuvo muy bien. Lo de hoy no fue tu culpa.

Desde el regazo de Frida, Cecilia también levantó la cabeza.

—Sí, la señorita Frida lo hizo muy bien. Fue esa gente la que no sabe apreciar nada. Además, también es culpa de mamá. Ella no quiso venir al festival conmigo y por eso se burlaron de mí.

Aunque le daba miedo que Belén ya no la quisiera, Cecilia no podía evitar sentir resentimiento al recordar que Belén había preferido estar con Rosario y ganar un premio. Su mamá tenía tiempo, pero no para ella. Ese simple hecho despertaba su rencor.

Al ver que padre e hija la defendían, la tensión de Frida se disipó. Abrazó a Cecilia con más fuerza y le susurró con ternura:

—Cecilia, te prometo que aprenderé a cuidarte mejor. La próxima vez lo haré perfecto.

Justo en ese momento, Fabián intervino:

Aunque era cierto que Mariana prefería a los niños, tampoco trataba mal a Cecilia; simplemente no era cariñosa con ella. Por eso, a Cecilia no le gustaba estar con su abuela.

Fabián no estaba dispuesto a ceder, pero justo cuando iba a responder, Frida intervino:

—Fabián, déjame cuidar a Cecilia, de verdad puedo.

Cecilia se refugió en los brazos de Frida.

—¡La señorita Frida es la mejor! Si ella me cuida, ya no necesito a mi mamá, ¡bah!

Frida le acarició la cabeza con una mirada llena de ternura. Fabián se giró para verlas y dijo, con un toque de inquietud:

—Esto va a interferir con tus planes.

La sonrisa de Frida se hizo más amplia.

—No te preocupes, Cecilia es tan buena niña que no me atrevería a dejarla sola.

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