Estefanía no pudo evitar soltar una carcajada al recordar el texto que Benicio había publicado la noche anterior.
—¿Mi esposo? ¿Ese que ha dedicado toda su vida a otra mujer es, según tú, mi esposo? Benicio, de verdad que sí sabes hacerme reír.
¡Era de risa! Le pareció tan absurdo que el dolor se le disipó en ese instante.
Benicio giró el espejo para que ella pudiera verse.
—Mírate, Estefanía, ve bien cómo te ves ahora.
Estefanía miró su reflejo. Acababa de entrenar tan fuerte que el cabello lo tenía completamente empapado, la cara bañada en sudor y la ropa pegada al cuerpo, empapada como si la hubiera sumergido en un balde de agua.
Sí, se veía bastante desaliñada. Incluso, todavía le temblaban los labios y las manos.
Pero no sentía que hubiera nada malo en eso.
Esa era la prueba de su esfuerzo.
—¿Y qué tiene mi aspecto? —se tocó la mejilla, enrojecida y llena de vida—. Me siento bien así, me gusta verme así.
—Estefanía, no tienes por qué... —suspiró Benicio, cansado—. Sé que lo haces por coraje. Cris volvió y es más atractiva, más saludable, más capaz que tú, y por eso te molesta, te da rabia y quieres superarla a toda costa.
Estefanía lo miró con incredulidad.
—¿De verdad tienes un problema en la cabeza?
—Estefanía, no tienes que esforzarte tanto. Me duele verte así —volvió a mirarla con esa falsa ternura—. No tienes que compararte con nadie, no importa cómo seas, siempre serás la señora Téllez. Eso no va a cambiar. No tienes por qué angustiarte tanto, ya no eres la misma de antes, tu vida gira solo en torno a Cris, siempre...
—¿Angustiada? ¿Que estoy obsesionada con tu querida Cris? —Estefanía ya no aguantó más y lo interrumpió—. Benicio, ¿de dónde sacas tanta tontería? Primero, jamás me he comparado con Cris en belleza, salud o capacidad. Segundo, mi vida tiene muchísimas cosas buenas y ninguna tiene que ver contigo o con tu Cris, y por último, eso de ser señora Téllez me importa un comino.
¿De dónde había sacado Benicio la idea de que toda su vida giraba en torno a Cristina, que estaba compitiendo con ella por él?
Pero no importaba lo que dijera, Benicio seguía empecinado en su propio mundo. El brillo tierno de sus ojos se volvió burlón.
—¿No estás celosa, Estefanía? ¿Entonces por qué te empeñas en mandar a Cris a la cárcel? ¿Crees que si la encierras, la alejas de mí y por fin puedes ser la señora Téllez tranquila? Estás equivocada, Estefanía. Si sigues así, lo único que lograrás es que me aleje aún más de ti. ¿Lo entiendes?
Estefanía puso los ojos en blanco, exasperada. A veces, hablar con alguien que no está en tu sintonía es como gritarle a una pared.
¿Es que no entiende nada de lo que dice?
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...