Estefanía lo pensó un momento y decidió no precipitarse.
En el fondo, le asustaba que si pedía el divorcio en ese instante y Benicio se negaba de nuevo, al final no pudiera marcharse.
Prefería escribir una carta sincera de despedida en estos días, dejarla para él el día en que se fuera y aprovechar ese mes para que él tuviera tiempo de reflexionar, de calmarse. Así, cuando regresara, podrían hacer el trámite oficial y, justo antes de entrar a clases, ya tendría el acta de divorcio en sus manos.
Esa tarde, decidió preparar unos fideos para cenar.
Cuando Benicio llegó a casa, ella estaba en la cocina calentando agua. De pronto, escuchó su voz a sus espaldas.
—Entré y por un momento pensé que había viajado en el tiempo —comentó él—. Tu silueta es igualita a cuando estábamos en la prepa.
Estefanía se giró para verlo. Benicio estaba recargado en el marco de la puerta, observándola. Era probable que tuviera una sonrisa en el rostro, aunque ella no lograba distinguirla con claridad. El sol poniente entraba por la ventana, bañándolo en una luz dorada y difusa.
Ella se volvió de nuevo, dispuesta a lavar un poco de cebolla. De repente, sintió cómo la rodeaba por la cintura; él la había abrazado por detrás.
—Mira la puesta de sol —susurró Benicio, apretándola un poco más—. Está hermosa, ¿no te recuerda a aquella vez que fuimos de picnic? Cuando el sol ya se estaba ocultando.
Benicio apoyó la mejilla en su hombro, como si el tiempo no hubiera pasado.
—Ese día todos nos formamos para la foto, pero tú seguías recogiendo tus cosas, toda distraída. Llevabas también una camiseta blanca, la chaqueta de la escuela sobre el pasto y el cabello amarrado así, en una coleta, de espaldas al atardecer…
Estefanía no pudo evitar pensar: si en algún momento de estos últimos cinco años él hubiera sido así de cálido, ¿cuánto la habría conmovido?
Pero llegó demasiado tarde.
Y, en el fondo, agradecía que así fuera.
—Ese atardecer también era igual de bonito que hoy —murmuró él, apretándola aún más.
—No es igual —respondió ella.
—¿Por qué no? —dijo Benicio, ladeando el rostro para ver su perfil, con el tono relajado de quien bromea—. ¿No me vas a salir con que ya estamos viejos?
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...