El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 314

—Ah, el señor Benicio ya casi llega, viene justo detrás de nosotros —contestó Gregorio con una sonrisa.

—Tu casi exesposo sí que tiene lo suyo, en Puerto Maristes es de los más reconocidos —le susurró Gilberto a Estefanía.

Estefanía le lanzó una mirada rápida, advirtiendo que no estaba de humor para bromas.

Gilberto decidió hablarle directo.

—Para ser sincero, esta vez, por pura capacidad, la colaboración debió ser para la empresa de Benicio. Pero ni modo...

—Hermano, ¿ahora resulta que te pones del lado de los conocidos solo por serlo? —Estefanía, aunque bondadosa, no era ingenua. No iba a dejar que su hermano soltara dinero de la familia para la bola de holgazanes de la empresa de Benicio.

Gilberto la miró de reojo.

—Fani, el futuro de esa empresa depende de ti. Una sola palabra tuya y se salvan... o se hunden.

Estefanía observó a los jóvenes que estaban frente a ella, llenos de energía y confianza, y se quedó pensando.

—Levantar una empresa es como construir un edificio desde cero, toma tiempo y esfuerzo... pero para que se derrumbe, basta un instante —comentó Gilberto, dejando un mensaje claro en el aire.

Ambos hermanos seguían murmurando, confiados porque nadie los reconocía y podían hablar lo que quisieran. Pero su tranquilidad se esfumó apenas llegaron los conocidos.

Cinco personas se acercaron entre saludos y risas, saludando a todo el mundo. Cuando pasaron junto a Estefanía y Gilberto, se detuvieron de golpe.

—¡Estefanía! —llamó una voz femenina.

Era Beatriz, la esposa de Ernesto.

Estefanía sonrió, apenas.

—Beatriz.

La verdad, nunca tuvo mucha relación con Beatriz, incluso la había visto menos veces que a Fabiana. No entendía por qué, de pronto, Beatriz se mostraba tan entusiasta con ella.

—¿Llegaste antes? Ven, únete a nosotros —invitó Beatriz, extendiendo la mano.

De Beatriz, Estefanía había escuchado que tenía un carácter directo y fuerte, muy distinto al de Fabiana. Hasta Ernesto le tenía cierto respeto, y en la familia se sabía que la última palabra la tenía ella.

Viendo que Estefanía dudaba, Beatriz se adelantó y le tomó la mano.