El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 36

Estefanía ya no sabía ni cómo decirlo. No, en serio, ya no le hacía gracia eso de ser “la señora Téllez”.

—Benicio, ¿qué traes contigo? ¿Por qué insistes en que tengo que ser tu esposa aquí? Yo no quiero ser la señora Téllez para siempre, ¿por qué no dejas que Cristina venga a amenazar mi lugar un rato, va?

Benicio solo se detuvo un segundo y le dedicó una sonrisa burlona, como si pensara que ella solo estaba haciendo berrinche. Sin más, se fue directo al baño de la recámara principal a darse una ducha.

Después de todo el drama de hace rato, Estefanía también terminó empapada en sudor. Decidió volver a bañarse, se puso una camiseta fresca y regresó a la cama tratando de relajarse.

Esa noche llovió con ganas. La lluvia repiqueteaba en los cristales de las ventanas, sonando como una especie de ruido blanco que ayudaba a dormir. De pronto, la temperatura bajó bastante. Escuchando la lluvia, poco a poco se fue quedando dormida.

...

Cuando despertó al día siguiente, lo hizo sin ayuda de alarmas. Echó un vistazo al reloj: ya eran las nueve. Y lo más raro, Benicio seguía afuera platicando con Elvira y todavía no salía rumbo a la empresa. Eso no era para nada típico de su obsesivo horario de trabajo.

Cuando terminó de dar instrucciones, Benicio se fue. Solo entonces Estefanía se animó a levantarse.

Mientras desayunaba, Elvira se acercó a darle un recado.

—Señora, el señor dijo que va a salir a hacer unos pendientes, pero regresa en un rato. Cuando vuelva, quiere acompañarla a visitar a sus papás. Que lo espere.

A Estefanía se le atragantó la avena. ¿Quién había dicho que quería ir a ver a sus padres? ¡Ella no tenía ganas de ir!

Pero ni modo de desquitarse con Elvira, que no tenía culpa de nada.

Soltó la cuchara y decidió que ya no iba a desayunar.

—Señora... —Elvira parecía querer decir algo más, pero se quedó a medias.

—¿Qué más dijo Benicio? ¿Ahora sí anda de platicador o qué?

—No, eso no... —La voz de Elvira sonaba titubeante—. Es que hay algo que no sé si debería decirle...

Estefanía suspiró y le contestó con calma:

—Anda, dime, ¿qué pasa?

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