Hay cosas que, una vez que las dejas, si intentas retomarlas, simplemente ya no se puede...
No tenía idea de cuántas veces había caído, pero ya no podía girar ni saltar como antes. Con cada intento, el dolor le atravesaba las piernas y la hacía temblar. Una vez más, el golpe la derribó. El dolor era tan intenso que se quedó tendida en el suelo, la cara empapada en sudor y lágrimas.
Por fin, se rindió.
—Estefanía, ya no es posible. Hace cinco años el doctor lo dijo: no vas a poder volver a bailar. Han pasado cinco años, estás tan rígida como un palo, ¿de verdad crees que puedes volver a saltar?
De repente, sintió que había alguien afuera.
Alzó la cabeza y, a través de la enorme ventana, vio a su abuela y a un hombre. Ese hombre... ¿Noel?
¿Qué hacía su abuela con él?
¿La habrían visto así, tan destrozada?
El pánico la invadió.
—Antes bailaba, pero ahora es una lisiada. ¿Qué diferencia hay entre ella y alguien inútil? —La voz burlona de uno de los amigos de Benicio resonó en su memoria, mezclada con risas y chismes.
—¿Y en qué puede ayudarte? No sirve para salir a nada, aquí en la casa ni el agua puede servir sin tirarla. Beni, toma agua... así, ¿así está bien?
—¡Beni, Beni, Beni, toma agua, Beni, ah—se cayó! ¡Beni, un abrazo! —Las carcajadas y burlas de los amigos de Benicio seguían rebotando en su cabeza, como una pesadilla sin fin.
Desesperada, gateó hasta la ventana, jaló la cortina con torpeza y se escondió detrás. Se cubrió la boca para que nadie la oyera llorar, mientras las lágrimas seguían brotando sin control.
—Fani, ¿Fani? —La voz cálida de su abuela llegó desde el pasillo.
—¡No! ¡Abuela, por favor no entres! ¡Te lo pido, no entres! —Trató de sonar firme, de no dejar que su abuela notara su llanto, pero las lágrimas se desbordaron como si el dique hubiera colapsado.
No quería, no podía permitir que su abuela la viera así, tan frágil, mucho menos que un extraño presenciara su vergüenza y humillación.
Pero a veces la vida no te da opción.
Era un recuerdo tatuado en los músculos. Bajo el impulso y apoyo de Noel, su cuerpo se acomodó, y sus brazos y piernas se abrieron como alas.
“Espiral de Mariposas” era un baile en pareja. Con esa coreografía había ganado premios en la escuela...
Aunque sus piernas ya no respondían igual, los pasos nunca se le olvidaron.
Gracias al apoyo de Noel, entre tropiezos y errores, lograron terminar la danza. Sí, los movimientos salieron torpes, hubo fallas, pero era la primera vez en cinco años que lograba terminar un baile completo...
La música terminó. Estefanía quedó de pie en el centro del salón, como si estuviera soñando.
Noel la miró de frente, con los ojos llenos de luz.
—Fani, bailar es una forma de ver la vida. Si de verdad lo deseas, puedes volar. —Hizo una pausa y sonrió—. ¿No te suena familiar esa frase?
Estefanía, de pronto, lo recordó. Él era el compañero B de aquella “Espiral de Mariposas”, el que nunca lograba levantarla bien y siempre terminaba tirándola. Ese día, después de otro tropiezo bajo el árbol de la escuela, ella misma le había dicho justo esas palabras.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Es verdad sale muy caro liberar capitulos...
Muy bonita la novela me encanta pero pueden liberar mas capitulos yo compre capitulos pero liberar mas capitulos sale mas caro...
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...