—¿Hablas en serio? —El semblante de Benicio se endureció, el enojo pintado en su cara.
—Sí. —Estefanía habló sin titubear—. Nunca he bromeado contigo, ni estoy celosa, ni haciendo berrinche.
—Está bien. —Benicio asintió con la cabeza, los dientes apretados—. ¡Solo no te vayas a arrepentir!
De inmediato regresó al mostrador, señaló la fila de diez relojes y soltó:
—¡Me los llevo todos!
Viviana, que ya había atado cabos, entendió por fin la escena. Resultaba que Estefanía era la esposa, y la chica de la bebida elaborada hace rato era la amante.
Viviana cerró la vitrina con decisión.
—Perdón, señor, pero ya no están a la venta.
Benicio no podía creerlo. Chocarse con la negativa de una vendedora era nuevo para él. Por primera vez en su vida, alzó la voz con aires de superioridad:
—¿Sabes qué? Si me da la gana, puedo comprar toda esta tienda ahora mismo.
—Ah, pues prefiero quebrar antes que venderte nada. Puede que sea poca cosa, pero no voy a permitir que algo que salga de mis manos termine en la muñeca de una amante. —Viviana, menudita pero terca, lo desafió sin miedo.
—Tú... —Benicio estaba rojo de coraje, sin palabras.
Fue Estefanía quien calmó las aguas, acercándose a Viviana:
—¡Oye, no seas tonta! ¡Véndeselo! ¡Y súbele el precio! Si el tipo tiene algo bueno, es dinero. ¿A quién más deberías estafarle sino a él?
Benicio, a punto de explotar, terminó soltando una carcajada incrédula al escucharla:
—¿No que muy buena persona? ¿Siempre buscando la forma de sacarme más?
Estefanía le guiñó a Viviana, ignorando el comentario, dándole luz verde para que subiera el precio.
Viviana, animada por el gesto, sacó todos los relojes y, sin dudar, duplicó el precio de mercado.
Benicio sabía perfectamente que era una trampa, pero ver la mirada de desprecio de Estefanía pesó más. Se limitó a bufar, altanero:
—¡Pásalos! ¡Pago con tarjeta!
—¿Y el anillo? —Señaló el mostrador, retando.
Viviana miró a Estefanía, buscando aprobación.
Estefanía extendió la mano, indicando que se lo diera.
Esta vez Viviana no dudó, y el precio fue el doble también.
—Si te falta dinero, solo dime cuánto necesitas. Tienes tu propia tarjeta y hasta te di una adicional, ¿te hace falta más? Si tu familia quiere comprar una casa, dime cuál y yo pago. ¿Te parece divertido complotar con extraños para estafarme? Sra. Téllez, yo creo que lo que tienes es mucho tiempo libre.
En ese momento, el celular de Estefanía volvió a sonar, pero esta vez era un mensaje de la embajada. Le confirmaban la cita para las huellas digitales.
Casi al mismo tiempo, la Sra. Montoya le reenviaba la notificación: debía ir a la sucursal de Nube de Sal a registrar sus huellas, la cita era en dos días.
La mente de Estefanía giraba a mil por hora, buscando una excusa para ir a Nube de Sal sin levantar sospechas...
Benicio notó su silencio y le soltó:
—¿Te estoy hablando, Sra. Téllez? ¿En qué andas pensando?
Estefanía regresó al presente.
—Estaba pensando que las cosas valen más que las personas. Mira, si vendo mis bolsas y relojes, consigo dinero inmediato. Pero si pongo a mi esposo en venta, ni regalado lo quieren...
Semáforo en rojo.
Benicio frenó de golpe.
...

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Es verdad sale muy caro liberar capitulos...
Muy bonita la novela me encanta pero pueden liberar mas capitulos yo compre capitulos pero liberar mas capitulos sale mas caro...
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...