—¡Estefanía! ¡Parece que últimamente te traes ganas de provocarme! —sus ojos mostraban un destello de molestia.
Ella pensaba que su carácter también había cambiado últimamente; ese Benicio siempre sereno se había esfumado, y Cristina tenía buena parte de la culpa.
—Parece que me equivoqué contigo —soltó él—. Antes pensaba que eras tranquila, madura, que sabías entender a los demás, pero viéndolo bien, sí que sabes armar escándalos. Mira a Cris...
—No la quiero ver, tú mírala por los dos, ¿va? —lo interrumpió Estefanía antes de que siguiera hablando maravillas de Cristina.
Ya era la tercera vez que lo frenaba así y a Benicio comenzaba a fastidiarle—. ¡Pues que no te arrepientas si me voy a verla!
Estefanía, esta vez, se puso los audífonos de verdad, sin ganas de escuchar nada más.
Él la llevó hasta la entrada del fraccionamiento, frenó y le indicó que bajara del carro.
—Tengo una reunión ahora. En la noche...
Pero Estefanía ya había salido, cerrando la puerta de un portazo. Lo que él hiciera en la noche no le interesaba en lo absoluto.
...
Por la noche, Elvira preparó cangrejo al ajillo, pero Estefanía ni lo probó; solo comió un poco de ensalada y en cuanto pudo, subió a su cuarto a buscar vuelos y compró el boleto para Nube de Sal.
Pensaba irse directo allá, sin avisarle a Benicio. ¿Eso estaría bien?
Alrededor de las nueve, le llegó la notificación para llenar el formulario i20. Qué rápido...
No pudo evitar sonreír como niña. Revisó todo punto por punto, completando los campos y verificando qué documentos le faltaban.
A las once, escuchó que la puerta se abría. Benicio había llegado.
Apagó la computadora, se echó en la cama y fingió estar revisando el celular, atenta a lo que pasaba afuera.
Benicio platicaba con Elvira en la cocina.
—Te dije que lo prepararas como le gusta a mi esposa, ¿por qué lo hiciste tan picante otra vez?
—La señora pidió que fuera así —respondió Elvira, y se notaba lo nerviosa que estaba.
—¿Y ni siquiera lo probó?
—No, señor...
¿Ahora qué iba a salir?
Sacó su celular, tecleó varias veces delante de ella y, de pronto, el celular de Estefanía vibró con la notificación de una transferencia de dinero.
—Las argollas, esas de matrimonio, a Cris le gustaron. Ya que las ibas a vender, se las di a ella. Toma el dinero y cómprate la joya que más te agrade.
Así que de eso se trataba. Con razón se mostraba tan amable de repente.
Estefanía le dio la espalda.
—Ok —respondió, sin ganas.
[Cuenta regresiva para dejar a Benicio: día 25. Nuestras argollas de matrimonio, él se las dio a otra. Pero, la verdad, ni a él lo quiero ya, como para andar peleando por unas argollas.]
—¿Hoy sí te portaste bien? —su voz sonaba suave, casi como antes—. Pensaba recuperarlas para ti, pero sé que las cosas que compro no te hacen feliz.
—Está bien, no pasa nada.
—¿Tan obediente ahora? —pareció aliviado—. A Cris le gusta presumir fotos, todavía es como una niña. No te mortifiques por eso.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Es verdad sale muy caro liberar capitulos...
Muy bonita la novela me encanta pero pueden liberar mas capitulos yo compre capitulos pero liberar mas capitulos sale mas caro...
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...