Ella cerró los ojos, como si fuera a quedarse dormida.
—Sí, ya lo sé.
Había bloqueado a Cristina, así que, aunque le escribiera mil mensajes más, ella no vería ninguno.
—¿Qué pasa? ¿Hoy ya quieres dormir? —frunció el ceño él—. ¿Te sientes mal? Déjame ver.
Se inclinó para mirarle la cara.
—¿No estarás llorando a escondidas, verdad?
¡Ni de chiste!
—Levántate, déjame ver —le dijo, pasando los brazos por debajo de su cintura y levantándola con facilidad.
Ella abrió los ojos. Él vio que sus ojos estaban secos, ni una lágrima. Ni siquiera se le habían puesto rojos como otras veces. Solo se notaba apagada, lejana, como si estuviera tras un vidrio empañado.
—¿Sí tienes sueño de verdad? —la bajó con cuidado—. Bueno, entonces duerme...
Después de cubrirla con la colcha, la observó con los ojos cerrados. Dudó un poco, pero al final se animó a decirle algo.
—Estefanía, mañana tengo que salir de viaje por trabajo.
¿Viaje de trabajo?
Ella abrió los ojos de inmediato. ¿Eso no quería decir que podría ir a Nube de Sal a poner su huella sin que él se enterara?
La emoción la hizo sentarse de golpe, con los ojos más vivos que nunca.
—¿Cuántos días te vas?
—Unos tres o cuatro días, si se complica, quizá una semana —él arrugó la frente, extrañado por su reacción—. ¿Por qué te pones así?
¡Ahora sí podría ir de verdad!
—No, nada, ¿con quién vas? —preguntó, intentando sonar casual, aunque por dentro no cabía de alegría.
La cara de Benicio se llenó de dudas.
—Con... Gregorio... —pausó, y luego agregó—. Tal vez también con Cris.
—Ah —respondió ella, volviendo a recostarse—. Está bien, avísame antes de que regreses para que le pida a Elvira que prepare la comida.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...