Desde el otro extremo del callejón, ¿quién más podría ser esa figura acercándose si no era Benicio?
—¿Qué pasa? —Benicio se apresuró hasta donde estaba Cristina, los ojos llenos de preocupación genuina, ignorando por completo a todos los demás.
Cristina hizo un puchero y comenzó a hacerse la víctima delante de él.
—¡Beni, estos tipos nos están maltratando solo porque venimos de fuera! ¡Mira, hay turnos libres y nadie viene, pero aunque les ofrecí pagarles diez veces su precio, no quieren venderme uno! ¡Son bien mala onda!
Benicio le dio unas palmaditas tranquilizadoras.
—Tranquila, yo me encargo de hablar con ellos.
Pero Cristina se dio la vuelta y, haciendo un berrinche, insistió:
—¡No quiero eso! ¡Hoy quiero comprar todos los turnos! ¡Que vean que no es tan fácil abusar de nosotros solo porque somos de fuera! ¡Beni, ya les dije, quiero que…!
Cristina señaló a la fila de personas esperando.
—¡A cada uno de ellos dale diez mil pesos! ¡Hoy cerramos el lugar solo para nosotros! ¡Que se vayan todos!
Benicio no pudo evitar soltar una risa cariñosa, mirándola como si sus caprichos le resultaran entrañables.
Estefanía presenciaba la escena y sentía que todo era ridículo.
¿De dónde sacaba Benicio que esos berrinches de Cristina eran “lindos”? ¿Qué tenía de tierno ver a alguien tan caprichosa?
Sin embargo, Benicio parecía encantado con el show. Incluso le acarició el cabello a Cristina, con una sonrisa sincera.
—La gente renta salones para fiestas, pero, ¿quién viene a rentar una clínica solo para consultas? ¡Eso trae mala suerte!
En menos de un minuto, Benicio ya se había reído dos veces mirando a Cristina, y se notaba que era desde lo más hondo de su corazón…
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...