Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 300

Por ejemplo, si Diego quisiera reconciliarse con Sofía, cambiara de actitud y tratara de conquistarla de nuevo… Y, si en ese momento Sofía no tuviera a otro hombre en su corazón, la situación se volvería peligrosa.

El plan de Alejandro siempre había sido esperar a que Sofía se enamorara de él. Pero si las cosas cambiaban, tendría que actuar… Por suerte, el cumpleaños del abuelo se acercaba, y también la llegada de Pandora a Puerto Azul.

Él le siguió aplicando pomada en la muñeca y, en tono casual, preguntó:

—¿Diego te vio besarme en el carro?

Ella bajó la cabeza.

—Sí, fue por eso que se alteró tanto.

—¿Y ahora crees que las consecuencias fueron demasiado graves y no te atreverás a seguir fingiendo conmigo para provocarlo? —Insistió.

—No porque haga un escándalo tiene la razón —respondió Sofía.

—Las personas se acostumbran a todo. Hoy Diego reaccionó fuerte porque fue la primera vez; es normal que lo tomara así. Pero, si seguimos haciéndolo, acabará aceptándolo. Y cuanto más se altere, más efectivo será. No hay nada que temer.

Luego ella, añadió:

—Además, si estás tú, no tengo de qué asustarme.

—¿Piensas seguir utilizándome? —preguntó él.

Sofía se quedó impactada.

—¿No quieres?

Él respondió, tranquilo:

—Ambos lo odiamos. Por supuesto que seguiré cooperando contigo.

Ella suspiró aliviada. Él era el punto débil de Diego; si él no la apoyaba, no tendría cómo mantener la ventaja cuando su exmarido la acosara. Cuando mencionó la palabra “cooperar”, Sofía pensó que, al final, ella era quien más beneficios obtenía. Y no quería esperar al final para saldar la deuda, prefería hacerlo poco a poco.

Sofía asintió.

—Sí. No me gusta deber favores. Tú has sido bueno y estás dispuesto a ayudarme, pero no puedo solo recibir beneficios y no dar nada a cambio.

Él, en realidad, quería que Sofía le debiera lo más posible. Pero que ella se resistiera tanto… le venía aún mejor.

—De acuerdo —dijo—: Empezaremos ahora mismo: hazme un favor.

Sofía sonrió, aliviada:

—¿Qué favor, señor Montoya?

Él la miró, tranquilo, y le dijo:

—Sé mi novia.