Florecer en Cenizas romance Capítulo 374

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La falsa Karla fue detenida y, en ese momento, solo admitió que Paulina y Héctor la habían manipulado para suplantar la identidad. Sin embargo, Paulina y Héctor no eran tan fáciles de atrapar. Karla, confiando demasiado en ellos, nunca guardó pruebas que los inculparan, así que al final, el abogado que Paulina y Héctor contrataron personalmente logró que toda la culpa recayera en la impostora.

Héctor, todavía queriendo aprovechar el lazo de sangre, fue a suplicar al señor Roberto, esperando que, por ser familia, le diera otra oportunidad. Insistió en que no tenía idea de lo que pasaba, y sobre el complot de la servidumbre para perjudicar al abuelo, afirmó no saber absolutamente nada.

Aun así, la telenovela de los Barrera terminó, al menos por ahora, gracias a la postura firme de Roberto.

Paulina y Héctor fueron echados de la familia sin miramientos. Y ante todos los reporteros, el abuelo reforzó públicamente su testamento, dejando claro que, cuando él faltara, toda la fortuna quedaría en manos de su nieta Karla. Ningún otro hijo ni pariente tendría derecho a heredar.

Además, el abuelo ordenó que se expusieran los negocios ilegales y transacciones turbias de la empresa de Héctor, convirtiendo tanto a Héctor como a Paulina en el blanco de todos los medios y de la gente.

Los invitados en la fiesta se quedaron boquiabiertos. Nadie esperaba que el abuelo fuera tan implacable, ni siquiera con su propio hijo. No le dejó ni una mínima posibilidad de regresar.

Pero esa misma determinación servía como advertencia para todos los medios y socios presentes: la familia Barrera jamás volvería a respaldar a Héctor ni a Paulina.

—El señor Roberto sí que fue duro —murmuró uno de los empresarios, sin quitar la vista del viejo—. Hasta más que César cuando anunció la muerte de su propio hijo Sergio. Al menos César le dejó un escape a su hijo, pero Roberto no le dio ninguna salida a Héctor.

Los murmullos se esparcieron entre los asistentes. Nadie se atrevía a hablar muy alto, pero todos entendían lo que significaba ese acto.

Roberto, aprendiendo de los errores de César, aprovechó que aún estaba lúcido para endurecer las condiciones de su testamento y, en público, declaró que ese sería el último documento legal sobre su herencia. Cualquier “cambio” que apareciera más adelante sería nulo.