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Florecer en Cenizas romance Capítulo 446

Italia

Fabiola se quedó dormida durante casi todo el vuelo. Cuando por fin bajó del avión, no pudo evitar sorprenderse: el que había ido a recogerla al aeropuerto era nada menos que Tomás Rodríguez.

Era evidente que Tomás sentía un cariño enorme por Frida Orozco, porque aceptaba sin quejarse cualquier encargo que Frida le pedía, incluso servir de chofer para Fabiola.

—Por aquí hay muchos carteristas y gente que se dedica a lo ajeno, tu tía... —Tomás no era bueno para ocultar nada, casi se le escapaba lo que no debía decir, así que se apresuró a cambiar de tema—. Me pidió que viniera por ustedes, por si acaso.

Fabiola no mostró ninguna reacción, simplemente dejó que los guardias se encargaran del equipaje y lo pusieran en el carrito, acompañándolos hacia la salida del aeropuerto.

Parada en aquel aeropuerto en un país tan lejano, Fabiola sintió una tristeza difícil de explicar.

Aunque estaba ahí para estudiar, no podía evitar extrañar los días que había pasado junto a Agustín.

No era una chava que solo supiera vivir en la burbuja de la felicidad. Tenía claro que necesitaba crecer, volverse independiente, aprender, hacerse más fuerte.

De lo contrario, terminaría siendo una carga para Agustín.

El carro avanzaba veloz por la carretera mientras Fabiola miraba el paisaje a través de la ventana. Por un momento, todo le pareció tan irreal. Los campos italianos tenían algo que le recordaba a su país, y casi podía creer que nunca se había ido tan lejos.

...

Al llegar a la villa, Tomás los condujo personalmente hasta la propiedad que Agustín le había dejado a Fabiola. En cuanto bajó del carro, Griselda Rivas se quedó con la boca abierta. La casa era tan grande que, si no vivían todos juntos, resultaría demasiado solitaria.

Por suerte, antes de que Fabiola llegara, Emilio ya se había encargado de hablar con la servidumbre y el administrador, quienes habían dejado la casa reluciente, de arriba abajo.

—No manches... —Griselda entró al salón y empezó a curiosear por todos lados—. ¿Agustín de verdad te dejó todo esto?

En cuanto se dio cuenta de que había mencionado a Agustín, Griselda se tapó la boca y miró a Fabiola de reojo.

Fabiola estaba sentada junto a la ventana, perdida en sus pensamientos mientras miraba el exterior.

Había hecho un trato con Agustín: él pondría su trabajo en pausa para acompañarla en sus estudios.

Pero ahora... todo había cambiado.

—El administrador anterior ya se jubiló, el nuevo está por llegar —Emilio había arreglado todo, asegurándose de que el nuevo encargado llegara pronto.

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