Miré hacia atrás y no pude creer lo que veía, Patricio y Alessandro venían en nuestra dirección y Alessandro llevaba a mi hijo en brazos. Pedro tenía una carita muy feliz y saludaba a todos los que pasaban junto a él, quienes suspiraban y comentaban lo lindo que era ese niñito.
Cuando llegaron a mi mesa, mi pequeño agitó sus bracitos y gritó:
— ¡Mamááá! ¡Vine a buscalte!
Mis ojos se humedecieron y tomé a mi hijo en brazos llenándolo de besos.
— Espero que no te moleste que haya recogido a Pedro y liberado a Lygia —dijo Alessandro sonriendo.
— ¡Claro que no, mi amor! —Me acerqué y él besó suavemente mis labios.
— Mamá, el tío Patlicio me dio mila —Mi hijo me mostró un paquete lleno de caramelos, paletas y chocolates que había recibido.
— ¿Ah, sí? ¿Y le diste las gracias? —Le pregunté a mi pequeño.
— Sí, mamá.
— ¡Muy bien! —Le di otro besito—. Gracias, Patricio.
— Ni lo menciones, Cata. ¡Este niño es increíble! —comentó Patricio, haciendo que mi corazón de madre se sintiera muy orgulloso.
— Pero miren lo que tenemos aquí —Mauricio se acercó con una sonrisa y extendió la mano hacia mi hijo—. Hola, jovencito.
— Hola —Pedro abrió una enorme sonrisa y tomó la mano de Mauricio—. ¿Quelés un dulce? —Le ofreció de inmediato.
— No, jovencito, gracias. Catarina, ¿es tu hijo? —me preguntó Mauricio y asentí con la cabeza—. ¡Es un chico hermoso! Y es idéntico a su padre —comentó mirando entre Pedro y Alessandro, quien tenía una enorme sonrisa en el rostro.
— Mi hijo es realmente hermoso, gracias, Mauricio —respondió Alessandro sin dejarme aclarar el malentendido.
— Ustedes dos han estado frecuentando mucho mi piso —dijo Mauricio en tono juguetón a Alessandro y Patricio—. Espero que no se lleven a mis dos empleadas favoritas.
— Por ahora, Mauricio, solo una de ellas, pero nunca se sabe —dijo Alessandro riendo a carcajadas.
— Tendré que pedirte trabajo también si te llevas a las dos —bromeó Mauricio.
— Creo que Heitor se molestaría con nosotros —respondió Patricio riendo.
Nos despedimos, recogí mis cosas y salimos del edificio. Nos encontramos con Melissa y Fernando, y Heitor y Samantha en la recepción, y los chicos dijeron que nos llevarían a cenar. Rick y Taís nos encontrarían en el restaurante.
Después de la cena, Alessandro vino a mi apartamento. Mel se fue al apartamento de Nando. Alessandro estaba sentado a los pies de la cama haciéndome un delicioso masaje en los pies. De repente me preguntó:
— Entonces, mi ángel, ¿qué día regresas al Grupo Mellendez?



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