Soledad esbozó una gran sonrisa y, mientras colapsaba su mente, se quedó paralizada por el anuncio.
«¿Qué... Ariadna? ¿Escuché bien?» También hubo una serie de discusiones entre la multitud.
—¿Quién es Ariadna Morales?
—¿Acaso la campeona no es Soledad Sandoval? ¿Por qué no la nombraron embajadora de la marca? ¿Ocaso romperá con la costumbre este año y optará por otra persona en vez de la ganadora de la competencia?
—Incluso si no eligen a la campeona, ¿no deberían elegir una candidata entre las tres finalistas? No veo a esa Ariadna Morales entre ninguna de ellas.
En la galería, Cintia estaba inquieta, se volteó y fulminó con la mirada a Ariadna, quien estaba igualmente sorprendida en la fila de atrás y se preguntaba por qué Valentín la nombraría embajadora de la cadena de cafeterías.
—¡Ariadna! -gruñó Cintia—. ¿Qué hiciste? ¿Por qué le hiciste algo así a tu hermana?
Los ojos de Cintia se veían como si estuvieran a punto de explotar y, si no estuvieran en un lugar público, Ariadna tenía la certeza de que la mujer la despellejaría viva. Hipólito también tenía una expresión de sorpresa, pero enseguida se transformó en una sonrisa, como ambas muchachas eran sus hijas, no importaba quién consiguiera el trabajo, ya que le pagarían de todos modos. Hipólito dejó de lado algunos de sus prejuicios hacia Ariadna y la miró con cariño.
-¿Cómo pudiste no compartir esta gran noticia conmigo antes, Sol?
Ariadna estaba bastante impasible por dentro. ¿Cómo hizo para olvidarse de que era su padre cuando mejoró los asientos a primera clase y la dejó sola en clase turista? A pesar de que se sentía indignada, no mostró sus emociones mientras encogía los hombros con indiferencia.
—Yo también me acabo de enterar, padre.
-Señorita Morales, ¿podría subir al escenario?
Los ojos de Ariadna se encontraron con los de Valentín de casualidad cuando ella miró al escenario y, a pesar de que no podía darse cuenta cuál era su estado de ánimo a través de su mirada sombría, solo podía cumplir con el pedido del presentador. Mientras Ariadna daba un paso detrás de otro hacia el escenario, lo único que todos podían ver era una silueta esbelta desde atrás. Sin embargo, eso fue suficiente para impresionarlos con su elegancia ya que su desenvoltura era como una mariposa en pleno vuelo y no debían subestimar el aire majestuoso que emanaba.
El rostro sin maquillar de Ariadna no ayudó mucho a disminuir su capacidad para deslumbrar. Su semblante era tan radiante como el sol y tan inmaculado como la luna creciente, lo que dejó a Soledad rechinando los dientes sobre el escenario mientras observaba.
Se dio la vuelta despacio luego de dar un paso hacia el centro mientras el público, cautivado por su vista, continuaba absorto a la espera.
«Espléndida. Es simplemente espléndida».

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