La chica sobre el escenario tenía rasgos definidos y hermosos, una apariencia impecable, un rostro ovalado perfecto y una altura envidiable. Su apariencia prácticamente reducía a Soledad, quien estaba a su lado, a ser una chica fea. Ni hablar de chicas feas, incluso chicas de belleza estándar pasarían vergüenza ante tan hermosa mujer. Más importante aún era que no tenía maquillaje. No había forma de saber cuán impresionante sería si se hubiera maquillado, ya que una chica como ella podía eclipsar incluso a las celebridades femeninas hermosas de las cuales la industria de entretenimiento estaba repleta. A nadie le desagradan las mujeres bellas, ni siquiera a las mujeres presentes en la ceremonia cuyos ojos resplandecían por el asombro.
Solo por estar parada allí, Ariadna era la más hermosa, y solo afeaba a Soledad, quitándole el protagonismo que debería haber sido para ella.
Valentín también estaba cautivado, como si todos los demás hubieran dejado de existir para él.
La forma en la que los ojos de Soledad enrojecieron por los celos no le fue ajeno a Ariadna. La mirada de furia y angustia de Soledad era exactamente lo que Ariadna quería, pero enseguida apartó la mirada y caminó directo hacia Valentín.
—¿Por qué tú...?
-No he decidido si casarme contigo, así que considera esto como un adelanto de la promesa -interrumpió Valentín.
Ariadna estaba sin palabras, mientras se preguntaba si solo fue por saldar una deuda que decidió darle el puesto crucial de embajadora ella. No tenía ¡dea lo que se le pasaba por la cabeza a Valentín, pero sentía que ese puesto iba a merecer aceptarlo solo para ver a Soledad y Cintia hacer un berrinche.
Valentín tomó el micrófono.
-Como saben, el café Ocaso siempre ha elegido al ganador de la competencia de baristas para que sea nuestro embajador, pero este año he decidido que elegiremos a la persona cuya Imagen mejor representa a la marca. Por ello creo que le pertenece a la señorita Morales. Así que, ¿por qué no se acerca y les dice unas palabras a nuestros amigos aquí presentes?
Ariadna tomó el micrófono y estaba por hablar cuando alguien se apresuró a quitarle el micrófono.
-No voy a tolerar esto.
Cuando Ariadna se dio vuelta, cruzó miradas con Soledad, cuya reacción no fue sorpresiva para ella.
-¿Qué estás haciendo, Soledad? -preguntó Ariadna, levantando las cejas.
—¿No me digas que has empleado la seducción para obtener este puesto, Ariadna?
La mirada escalofriante de Ariadna le dio miedo a Soledad, mientras que la mirada incluso aún más escalofriante de Valentín la puso nerviosa, tanto que ni siquiera se atrevió a mirarlo dos veces. Soledad suspiró profundo, y se tomó un tiempo para tranquilizarse antes de continuar:
—De otra forma, sé amable de explicarnos cómo alguien que no bebe café logró hacerse con el puesto de embajadora.
-¿Quién te dijo que no bebo café? -replicó Ariadna con calma.
Eso hizo que Soledad la mirara con desprecio.
—Entonces, ¿te atreves a aceptar mi desafío? Si puedes vencerme en el arte del latte, te dejaré el puesto de embajadora de la marca de manera voluntaria.

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