De inmediato, Ivana soltó una risa burlesca. «¡Qué mujer estúpida! Debería haber elegido la otra opción». Mientras esbozaba una sonrisa, le ordenó a los guardaespaldas que abrieran la puerta. «Como ha elegido darle de comer a Magnus, será mejor que no me culpe cuando la muerda».
—Ve Magnus, la comida está allí —dijo Ivana después de desatar a Magnus.
El pitbull se acercó a Ariadna despacio, con gruñidos bajos y feroces como si la mujer fuera su presa.
«Ay, maldición, esto no es bueno». Las empleadas se taparon los ojos, ya que no se atrevían a mirar lo que sucedía frente a ellas.
Sin embargo, Ariadna se quedó parada sin moverse como si no fuera consciente del peligro.
Cuando Magnus estaba a solo unos pasos de Ariadna, aumentó la velocidad, preparándose para atacar a la mujer.
-¡Ay! -gritó una de las empleadas, lo que hizo que el pitbull salte a la altura del rostro de Ariadna, el lugar más peligroso.
Una mordida era suficiente para destrozarle el rostro a Ariadna. Aun así, ella se mantuvo tranquila, esperando el momento perfecto. Justo antes del momento del ataque, se puso de lado para esquivar a Magnus. Cuando nadie siquiera había procesado lo que había sucedido, Ariadna enseguida se dio vuelta, y tomó a Magnus del cuello antes de que el pitbull caiga en el suelo. Magnus pesaba al menos veintisiete kilos. Poder sujetarlo de la forma en la que lo hizo Ariadna, en especial con una sola mano, implicaba que era más fuerte de lo que aparentaba.
Siendo testigo de todo, Ivana, quien había anticipado que Magnus le iba a morder el rostro a Ariadna, quedó muy sorprendida. «¿De dónde sacó tanta fuerza esta campesina? En el pueblo, debe haber acarreado de todo sin parar, ¡y eso es algo que las mujeres de clase alta y adineradas como yo nunca harían!»
-Tú, marimacho. ¿Cómo te atreves? ¡Suelta a Magnus! -gritó, muy preocupada por el perro.
Sin embargo, en vez de escucharla, Ariadna sacudió al pitbull con la mano para mostrar dominancia. Luego, uso usó la mano libre para palmear ciertas partes de Magnus.
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