Ivana apretó los puños mientras la furia se apoderaba de ella.
-Vas a pagar por esto, Ariadna.
Por otro lado, Javier había llegado al bar y estaba recostado sobre la silla. Cuando vislumbró a un hombre alto que se le acercaba y de inmediato se sentó derecho.
-Señor Navarro, me alegro de que haya llegado. -Lo saludó mientras el hombre se sentaba.
Con su llegada, los hombres más prominentes de las cuatro familias más importantes del Distrito Jade estaban allí, Valentín, Javier, Hernán y Camilo.
A excepción de los Navarro, las otras tres familias siempre habían sido rivales. Sin embargo, en esa generación, los cuatro eran buenos amigos.
-Como me pidieron que venga aquí, ¿hay algo importante para discutir? -cuestionó Valentín de forma apática,
mientras miraba a los otros tres.
-El mujeriego de nuestro grupo, el señor Balmaceda, dijo que por fin encontró a su verdadero amor -dijo Camilo.
Valentín se mantuvo impasible incluso después de escuchar eso.
-Si no es algo importante, entonces me iré.
Tras hablar, se puso de pie, tratando de irse lo más pronto posible así podía continuar con la investigación de los antecedentes de Ariadna. Por lo general, solo le llevaba diez o veinte minutos encontrar los resultados de los antecedentes de alguien, pero en esa oportunidad, había pasado una semana desde que comenzó la investigación sobre ella, y no había encontrado nada. Incluso si aparecía algo de información, no podía creerla.
-Ey, espera. -Javier enseguida sujetó a Valentín de la ropa-. Es cierto esta vez. Conocí a una mujer única en la casa de los Sandoval hoy. Em, es la casa de la prima de mi prometida.
Al escuchar el hombre de esa familia en particular, Valentín se detuvo, y le permitió a Javier que lo vuelva a sentar. Javier estaba encantado porque creyó que Valentín estaba interesado en escuchar la historia.
-¿Por qué crees que es única? -preguntó Valentín.
—¿Cuál es su nombre? —preguntó Valentín de la nada.
-Emm.
-Querido Balmaceda, ¿estabas tan encantado con ella que te olvidaste de preguntarle el nombre? -bromeó Camilo.
—No es eso. Esa mujer solo me miró una vez en todo el tiempo que estuve allí, así que no tuve la chance de preguntarle. Además, mi prometida también estaba allí, así que hubiera sido inapropiado -dijo Javier, riendo de forma incómoda.
A Valentín enseguida se le cruzaron imágenes de Ariadna por la mente. «Parece que no solo es indiferente conmigo, sino también con Javier». Por algún motivo, el humor de Valentín mejoró. En vez de apresurarse a irse, bebía sorbos de vino.
—¿Ah? —A Camilo se le iluminó la mirada—. Es raro que una mujer no esté interesada en ti. Ahora sí quiero conocerla.
Tras escucharlo, Valentín esbozó una sonrisa. «Ellos ni siquiera saben su nombre, y yo ya he intimado con ella».

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