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La esposa misteriosa escondida detrás de él romance Capítulo 39

Ariadna caminó hacia la puerta y abrió una pequeña rendija con cautela.

-Papá me dijo que te diera esto -dijo Soledad de mala gana mientras sostenía un plato con frutas—. Quiere que vayas al estudio.

-De acuerdo -respondió Ariadna mientras tomaba el plato con frutas de sus manos.

Soledad miró hacia el interior de la habitación de forma inconsciente, pero Ariadna dio un paso a la izquierda para bloquear su visión.

—¿Necesitas algo más? —preguntó con frialdad.

Soledad frunció los labios y se fue.

Tras cerrar la puerta, Ariadna regresó a su portátil y borró su historial de navegación. Solo entonces abrió la puerta y se dirigió al estudio de Hipólito.

Sin que ella lo supiera, minutos después, Soledad se acercó de forma sigilosa hacia la puerta con una copia de las llaves en sus manos.

Con un clac, la puerta se abrió, y la joven ingresó con prisa mientras cerraba tras ella.

-Ariadna se negó a dejarme ver su habitación -masculló para sí mientras examinaba la habitación-. Me pregunto si esconde algo aquí...

Soledad hurgó con prisa en las estanterías de Ariadna, pero no encontró nada. En el momento en que estaba a punto de marcharse, de repente notó que el abrigo de Ariadna estaba colgado en el perchero. Se acercó de inmediato, palpó los bolsillos y sacó una tarjeta de presentación del interior. Al contemplar de quién era la tarjeta, un brillo codicioso apareció en los ojos de Soledad.

«¡Es la tarjeta de presentación de Valentín! ¡Ariadna realmente tiene su tarjeta! Es evidente que no se lo dijo a papá, de lo contrario, la tarjeta de presentación estaría en su estudio en lugar de aquí. ¡Qué atrevida es al ocultarle esto a papá! Voy a delatarla».

La paga que ofrecía el Grupo Navarro era extremadamente alta. De hecho, superaba los honorarios de las celebridades más importantes. Además, tras convertirse en embajadora del café Ocaso, podría disfrutar de hospedajes gratuitos en cualquiera de los hoteles del Grupo Navarro durante diez años.

Incluso sin la paga, la oferta de alojamiento gratis en cualquiera de los hoteles del Grupo Navarro durante todo ese tiempo ya era lo bastante tentadora. Sin embargo, Ariadna permaneció imperturbable; no tenía ningún interés en convertirse en embajadora. A pesar de eso, con el fin de lograr su objetivo, no tuvo más remedio que aceptar y fingir alegría.

-¡Me parece bien! -dijo Ariadna con una sonrisa mientras dejaba el contrato sobre la mesa y reprimía su descontento—. Voy a firmarlo, entonces.

-Solo fírmalo. Mañana te acompañaré al Grupo Navarro y les daré el contrato. Como acabas de llegar a esta ciudad ajetreada, me preocupa que vayas sola a un lugar desconocido.

«¿Desde cuándo es tan amable Hipólito? ¡Es obvio que tiene segundas intenciones!»

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