Emiliano intentó desviar la atención y lanzar el conflicto hacia Petra.
Petra ignoró por completo la mirada que Emiliano le lanzó. Alcanzó a notar que la mancha de café en la camisa de Benjamín seguía extendiéndose, y hasta unas gotas se habían quedado en su clavícula, marcando su piel impecable.
Dudó por un momento, pero al final tomó unas servilletas, dispuesta a ofrecérselas. Sin embargo, justo en ese instante, escuchó la voz baja y grave del hombre a su lado.
—Sí que es para enojarse.
Emiliano, como si por fin hubiera hallado un tema para conectar con Benjamín, se apresuró a decir:
—Cuando esta mocosa quiso romper el compromiso contigo, traté de impedirlo por todos los medios, pero es terca igual que su madre. Si no fuera por ella, nosotros...
Benjamín escuchó en silencio, sin mostrar reacción alguna. Simplemente tomó las servilletas directamente de la mano de Petra, limpiando el café de su camisa con naturalidad.
Ver aquello hizo que la expresión de Emiliano cambiara. Cuando él le ofreció servilletas a Benjamín, ni siquiera las miró. Pero ahora, en cuanto Petra se las dio, las tomó sin dudar.
Aunque tenía un dejo de confusión en la mirada, Emiliano no pudo evitar seguir hablando:
—Antes, la familia Calvo y la familia Hurtado eran tan unidas... Si no fuera por esta mocosa...
Benjamín frunció ligeramente el ceño y lo interrumpió:
—Señor Emiliano, dejemos el pasado atrás.
Emiliano asintió apresurado.
—Sí, sí, claro, tampoco es que sea algo que...
No alcanzó a terminar la frase cuando Benjamín lo volvió a cortar.
—Señor Emiliano, tengo que irme, tengo asuntos pendientes.
Su voz era cortés pero tan distante que no dejaba espacio para rechazos.
Emiliano se quedó pasmado por un segundo, solo atinó a contestar por instinto.
—Ah, está bien.
Notó de inmediato que Benjamín no quería saber nada de él.
Desde que Petra insistió en romper el compromiso con la familia Hurtado, ambas familias dejaron de hacer negocios. Que Benjamín lo evitara era de lo más normal.
A pesar de sentirse frustrado, no podía dejar ver su enojo frente a Benjamín.
Ahora, el progreso de la familia Hurtado era tal que ni corriendo podía alcanzarlos.
Benjamín asintió apenas, sin mirar de nuevo a Emiliano. En cambio, se giró hacia la mujer a su lado, quien parecía perdida en sus pensamientos.
—Vámonos.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Traición en Vísperas de la Boda