Cuando se abrió la puerta del carro, descendió una figura imponente. El hombre llevaba la camisa perfectamente abotonada hasta el cuello y su cara, de facciones marcadas, emanaba una arrogancia inexpugnable.
En cuanto lo vio, a Petra le cruzó fugazmente un recuerdo. Sabía quién era aquel hombre: Ben...
Antes de que pudiera decir algo, él ya se había alejado. Se recargó con desgano en la baranda junto al camino, sosteniendo el celular con la mano izquierda mientras hablaba por teléfono. De vez en cuando, el viento revolvía su cabello, dejando al descubierto su frente amplia y luminosa.
—Señorita, cuando el carro esté listo, sólo avíseme. Yo me encargo de mandar a alguien por él.
El chofer le extendió a Petra una tarjeta de presentación.
Ella aprovechó para mirar disimuladamente en dirección a Ben. Él seguía hablando por teléfono, su expresión denotaba que las cosas no iban bien; tenía la frente arrugada y, de vez en cuando, distraídamente, jugaba con un pajarito que descansaba sobre la baranda.
Diez minutos después, llegó una van ejecutiva. Ben subió al carro con rapidez, mientras el chofer se quedó para terminar los trámites. Antes de irse, Ben volvió la mirada hacia Petra y ella, sintiéndose expuesta, apartó la vista con nerviosismo.
Después de resolver todo, y tras registrar sus datos, Petra regresó a casa ya entrada la noche.
Durante ese tiempo, Joaquín le mandó otro mensaje, pero Petra no respondió.
Estaba agotada. Se dio una ducha rápida y, apenas tocó la cama, se quedó profundamente dormida.
...
Al día siguiente, programó una visita para mostrar su casa a posibles compradores a través de la plataforma de bienes raíces. Aprovechó para deshacerse de varias cosas.
La mayoría eran pequeños regalos que Joaquín le había dado en la época de estudiantes.
Esos objetos, que antes atesoraba, ahora le parecían de tan mala calidad, igual que Joaquín mismo.
...
Tres días después.
Joaquín regresó a casa justo cuando Petra estaba en el jardín, cuidando las rosas recién florecidas.
Entró por la puerta y, sin previo aviso, la abrazó por la espalda, rodeando su cintura con los brazos y pegándose cariñosamente a ella.
—¿Me extrañaste, amor?
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