Resumo de Capítulo 140 – ¡Por favor, sé mi pareja! por Internet
Em Capítulo 140, um capítulo marcante do aclamado romance de Hombre lobo ¡Por favor, sé mi pareja!, escrito por Internet, os leitores são levados mais fundo em uma trama repleta de emoção, conflito e transformação. Este capítulo apresenta desenvolvimentos essenciais e reviravoltas que o tornam leitura obrigatória. Seja você um novo leitor ou um fã fiel, esta parte oferece momentos inesquecíveis que definem a essência de ¡Por favor, sé mi pareja!.
Punto de vista de Riven
Zaden limpió del suelo del baño los restos de la madera de la puerta que yo casi había roto por completo. Mientras tanto, me encontraba con una toalla húmeda sobre mis ojos para reducir su hinchazón tras mi interminable ronda de lágrimas.
“¿Quién lo hubiera dicho? Arreglamos una puerta y rompimos otra”.
“¿No es nuestro estilo?”.
Observé cómo sacaba el último par de astillas con sus manos.
“Perdóname de nuevo por haberte hecho hacer eso”, me disculpé.
“No fue tu culpa. Ahora que ambos sabemos cómo nos sentimos, podemos superar esto y sé que lo haremos”.
“Tienes razón, como siempre”.
“Algo me dice que no debería acostumbrarme a escucharte decir eso”.
Me puse de puntillas y besé su mejilla. “Es verdad, no deberías”.
Se rio y me dio una n*lgada con una actitud juguetona mientras pasaba junto a él para ponerme mi ropa de entrenamiento.
“Luces increíble, pero ¿estás segura de que quieres seguir con tu entrenamiento?”.
Asentí y respondí: “Sí, Delisia podría aprovecharse de nuestro dolor y tratar de atacar en cualquier momento. Quiero estar lista para cuando venga”.
“Entonces hoy también me gustaría ayudarte”.
Lo miré con sospecha y pregunté: “¿Serías capaz de contener tu miedo a lastimarme y atacarme con toda su fuerza como los demás?”.
Hizo una mueca antes de responder. “Lucharé contra el dolor y me repetiré a mí mismo que es para tu beneficio, así que sí lo haré”.
Estaba muy orgullosa de él. Sabía que era un sacrificio muy grande para Zaden.
“Si es así, hagámoslo”.
Cuando salimos, encontré a Kyle sentado en las escaleras de la puerta principal envuelto en una conversación telefónica que sonaba seria.
“Entiendo, pero no volveremos. Nos tomará un tiempo y me necesitan aquí”.
Presionó la pantalla con fuerza para terminar la llamada y arrojó su móvil al pie de las escaleras. Me arrodillé a su lado y puse mi mano en su espalda.
“¿Qué sucede, Kyle?”.
“Me llamaron de la casa de los sin manada para decirme que debía volver al trabajo o me reemplazarían”.
“Kyle, si tienes que irte, puedes hacerlo. Te llamaremos si tenemos alguna novedad”. Sabía que sería inútil, pero lo dije de todos modos.
Sacudió la cabeza con mucha fuerza y me miró como si lo hubiera ofendido.
“Estaba aquí a solo diez minutos de Wendy y no pude llegar a tiempo para salvarle la vida. ¡No volveré, sabiendo que lo mismo te puede pasar a ti o a cualquier de vosotros!”.
La mayoría habría retrocedido, pero estos eran los trillizos de los sin manada. Sabía que nunca me lastimaría, así que me acerqué a él. “Nunca te obligaría a irte. Me alegro de que estés aquí, solo pensé que tal vez necesitabas trabajar para mantener tu mente ocupada”.
Negó con la cabeza. “Ni pensarlo. Mi mente se mantendrá enfocada en esto hasta que matemos a esa bruja”.
No podía culparlo ya que yo me sentía igual de enojada que él. Zaden colocó una de sus manos sobre el hombro de Kyle y estrechó su mano con la otra.
“Eres más que bienvenido a quedarte con nosotros todo el tiempo que quieras”. Eso me dio una idea, amaba a mis amigos y quería que se quedaran aquí con nosotros. Compartí mi idea con Zaden y estuvo de acuerdo, pero no se los diría por ahora, les preguntaría cuando todo esto terminara.
“Alguien viene”. Escuché la voz de Eduardo detrás de nosotros.
¿En qué momento había llegado aquí?
Volteé a mirarlo y me guiñó un ojo.
Se suponía que debíamos odiar a los vampiros, pero él me caía bien. Era divertido y me gustaba cuando irritaba a Lillian.
De repente, escuché un motor ruidoso que desaceleraba a medida que se acercaba al frente de la casa.
Nos acercamos al frente en pares. Caminé junto a Zaden, acurrucada bajo su brazo, mientras que Kyle y Eduardo venían detrás de nosotros. El vehículo que había escuchado era una camioneta blanca destartalada. Los conductores eran unos ancianos que estaban mirando una gran caja de madera que debían entregarnos. Se preguntaban cómo iban a bajarla del camión. También había un guerrero sentado al lado del asiento del conductor.
“Kyle, ¿puedes traer algunas mantas de arriba? Todas las delgadas que encuentres”.
Luego me volví hacia Lorcan. “¿Puedes traerle algo de tu ropa para vestirlo?”.
Me miró por una fracción de segundo, después al cuerpo inmóvil de Caleb en el sofá y asintió. Comprobé su pulso dos veces más para asegurarme de que todavía estaba con nosotros. Emma volvió con una jarra, un vaso y una toallita húmeda. “Gracias, Ems”.
Tomé la toallita de sus manos y la presioné contra la frente de Caleb. Estaba sucio de pies a cabeza.
“¿Qué te hicieron?”, me pregunté en voz alta.
Le entregué la toallita a Liam para poder tomar la mano de Caleb entre las mías. Incliné mi cabeza frente a él y cerré los ojos como si estuviera rezando.
Empujé mi energía hacia él con la esperanza de que mis poderes le dieran la fuerza suficiente para despertar. Era como si pudiera ver una pequeña luz en la mitad de su cuerpo que rodeaba su propia energía. Era un diminuto resplandor naranja que se apagaba poco a poco. Podía sentir mi corazón latiendo con fuerza mientras mi mente gritaba.
“No, no morirás por mi culpa también”.
Introduje mi energía en él para alcanzar la tenue luz naranja.
“¡Vamos! ¡Qué funcione!”, gruñí.
Estaba a punto de lograrlo. Tan solo necesitaba empujar un poco más fuerte. Lancé toda la energía que tenía a la luz naranja y por fin mi magia la atrapó. La presionó y la cargó como si fuera electricidad. La luz se estaba volviendo cada vez más brillante.
“¡Funcionó! ¡Va a estar bien!”.
Liam y yo limpiamos a Caleb a toda prisa, y lo vestimos con algunas prendas de Lorcan. Había perdido tanto peso que apenas le quedaban. Todos nos sentamos alrededor de él para esperar. Me preocupaba que me hubiera equivocado y que no fuera a estar bien después de todo. No obstante, cuando lo toqué, todavía podía sentir mi magia trabajando en su interior, reparando todo lo que estuviera roto dentro de él.
Me puse de pie y me incliné para comprobar su temperatura. De repente, vi sus ojos abrirse y mirar a los míos.
“Riven, ¿eres tú?”. Su voz se quebró cuando habló.
“Sí, soy yo. Todos están aquí. Ya estás bien, estás en casa”.
Miró todos nuestros rostros preocupados e hizo la pregunta que yo tanto temía.
“¿Dónde está Wendy?”.
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