¡Por favor, sé mi pareja! romance Capítulo 33

A decir verdad, me emocionaba la idea de que él me marcara. No me importaba parecer débil. Quería que me marcara, pero su comportamiento me estaba haciendo tener dudas sobre nuestra relación. Deseaba que me marcara, casi lo ansiaba. Sin embargo, era mucho más divertido burlarse de él. Mi anhelo por Zaden comenzó durante mis primeros días en la manada. Emma ya había sido marcada y ver su marca me hacía sentir celosa. Sin embargo, no tenía el derecho. Su pareja no se parecía en nada a la mía. Y tampoco ayudaba que el vínculo me hiciera esto a propósito. Hacía mucho que estaba lista para Zaden me marcara, pero él no sentía lo mismo.

Caminé alrededor de mi escritorio y me dirigí al suyo. Me senté encima cruzando los piernas, me incliné hacia atrás y lo observé.

"Es extraño escuchar esas palabras de un hombre que no hace mucho tiempo estaba utilizando ese asunto en mi contra".

Era divertido hacerlo enfadar. Zaden apretó los puños y se acercó a mí en un instante.

“Te dije que no estaba de buenos ánimos. Ya hemos pasado por esto”.

Sí, habíamos pasado muchas veces por esa situación. Él siempre me daba el mismo discurso y yo siempre escuchaba.

Pero Zaden nunca se daba cuenta de que lo estaba provocando.

'¡Qué pareja tan ingenua tengo! Oh, querida Diosa, ¿qué hice para merecer semejante pareja?'.

Me encontraba atrapada entre sus brazos. Zaden estaba frente a mí y tenía el escritorio detrás de mi espalda. Nunca lo había sentido tan cerca. Por lo general, él siempre mantenía su distancia para tener a su lobo bajo control, pero esta vez había caído en mi trampa.

¡Por fin!

Me enderecé y agarré sus brazos. Pasé mis manos a lo largo de sus músculos antes de colocarlas sobre sus hombros. Zaden se estremeció bajo mis caricias. Me gustaba, era increíble tener ese efecto en él, y yo no era la única que lo sentía.

Ese hombre era mío, para bien o para mal, y hasta ahora todo había ido bastante mal. Una parte de mí quería empezar de nuevo, pero el resto se negaba a hacerlo. Allí nos quedamos, él inclinado sobre mí y mirándome de arriba abajo, y yo también mirándolo, ambos demasiado tercos como para romper el contacto visual. De repente, alguien tocó la puerta y entró.

Zaden volvió la cabeza para mirar al intruso; y cuando vio de quién se trataba, se relajó un poco.