¡Por favor, sé mi pareja! romance Capítulo 68

"Está bien, tú lo pediste", dijo.

Se acercó a la mesa y sacó una pistola, mis ojos se abrieron, estaba atónita, luego apretó el gatillo y mis gritos llenaron el aire mientras me sujetaba la pierna adolorida.

"Espero que no te desangres", añadió antes de subir las escaleras.

Gemí de dolor mientras movía mi pierna para ver mejor, la bala me había atravesado por completo y no pude contener las lágrimas de dolor; puse mis manos temblorosas a ambos lados de la herida, deseando que sanara, y seguí quejándome sin que las lágrimas dejaran de brotar de mis ojos.

De repente, mis palmas se sintieron calientes y cuando quité las manos, sentí que el dolor había desaparecido. Estaba confundida, logré curarme de alguna manera y el dolor desapareció; es cierto que los lobos pueden sanar rápido, pero no tanto.

¿Yo lo hice?, ¿me acabo de curar?, puede ser que esté alucinando.

No estoy segura de cómo sucedió. El tiempo ahora parecía pasar más lento, no había nada que hacer, así que descansé contra la pared de piedra, estaba extremadamente cansada y mis ojos se cerraron.

Me desperté de mi siesta cuando el hombre se me acercó e inyectó veneno de vampiro en mis venas, quedé paralizada de nuevo. Entonces me agarró y me levantó, luego caminó hacia la mesa y colocó mi cuerpo allí, después tomó un catéter, lo conectó a una máquina y me clavó la aguja en el brazo, me estaba sacando sangre. "¿Qué estás haciendo?", pregunté con voz ronca.

"Tu sangre es especial, es obvio que tu lobo es diferente, más fuerte; voy a usarla para hacer a mi lobo inmune y más poderoso", respondió.

"No puedes hacerlo, no funciona así. Parece que no sabes nada de ciencia", refuté enseguida.

"Cállate. Si no funciona, el mundo tampoco se acabará por tener una loba menos", añadió.

Después, me ató a la mesa.

Luego me dejó sola, traté de liberarme, pero el veneno ya había hecho efecto; a medida que la sangre era drenada de mi cuerpo, me sentía más débil. Luché con todas mis fuerzas para mantener los ojos abiertos, pero cuando sentí que casi me había ido por la pérdida de sangre, de repente escuché una voz y sentí que alguien me levantaba de la mesa: "Tenemos que irnos".

"¿Damon?", murmuré.

"Shh", me hizo callar y subió lentamente las escaleras conmigo en sus brazos.

Pronto sentí que me descargaba en un cómodo colchón.

"Voy a buscar algo de ropa, no te muevas", dijo antes de alejarse.

Abrí los ojos con mucho esfuerzo y vi que estaba en una habitación; poco tiempo después, Damon regresó con algo de comida.

"Aquí tienes", me dijo. Después de comer un poco, me sentí con la fuerza suficiente para vestirme.