¡Por favor, sé mi pareja! romance Capítulo 74

¡Por favor, sé mi pareja! update Capítulo 74

O anúncio ¡Por favor, sé mi pareja! atualizou Capítulo 74 com muitos detalhes surpreendentes e inesperados. Em escrita fluente, em texto calmo, simples, mas sincero, às vezes o romance do autor Internet em Capítulo 74 nos leva a um novo horizonte. Vamos ler a série Capítulo 74 ¡Por favor, sé mi pareja! aqui.

Chaves de pesquisa: ¡Por favor, sé mi pareja! Capítulo 74

Abrí mis ojos poco a poco, pero los cerré de inmediato debido al dolor punzante que sentía en la cabeza. Jadeé en voz alta y me senté con cuidado mientras sujetaba mi cabeza. Miré a mi lado, y vi que había un vaso de agua junto a una pequeña pastilla y una nota escrita con una hermosa letra, debía ser de Damon o tal vez de alguna mujer. “Esto te ayudará con el dolor de cabeza, besos y abrazos.”

Sonreí al ver la nota anónima y tragué la pastilla con el agua. Observé a mi alrededor y noté que estaba en mi nueva habitación. Al principio, no podía recordar cómo había llegado aquí, pero, de repente, recordé haber visto a mi nueva yo en el espejo. Seguía sorprendida, era algo inaudito. Revisé mi cuerpo, pero todo parecía normal. Mientras me preguntaba qué había sucedido, no me había dado cuenta de que Damon había entrado en silencio.

“Hola, Riven. ¿Cómo te sientes?” Preguntó preocupado, acercándose a mí, y se sentó en una silla que estaba al lado de mi cama.

“Me duele un poco la cabeza, pero no es nada grave. ¿Cuánto tiempo estuve desmayada?” Pregunté, mirándolo con una pequeña sonrisa en mis labios. Traté de no quejarme al sentir otra oleada de dolor golpeando mi cabeza y la parte trasera de mis ojos.

“Tres días y medio para ser exactos. Los ancianos… dijeron que era algo normal para alguien como tú.”

“Un momento, ¿qué quieres decir con eso?” Estaba nerviosa. Algo andaba mal y, por la expresión en su rostro, supe que él sabía qué era, pero no iba a decírmelo. Él sabía algo y me estaba poniendo más nerviosa, incluso podía sentir cómo mis manos comenzaban a temblar.

“Riven, cálmate. Los ancianos… bueno, ella… quiero decir, ellos te explicarán todo, pero primero necesitas tomar una ducha, hueles muy mal.” Dijo en broma y acarició el dorso de mi mano con su pulgar para tratar de calmarme. Aprecié que lo intentara, pero era difícil tranquilizarme al pensar en lo que dirían los ancianos.

No obstante, decidí actuar con normalidad, así que puse los ojos en blanco y le saqué la lengua. Me reí entre dientes a pesar de que me dolía. Entonces, salió de la habitación para darme tiempo de prepararme.

Unos veinte minutos después, por fin estaba limpia. Caminé hacia mi equipaje y vi que estaba vacío. Me acerqué al armario y encontré toda mi ropa dentro. Bueno, no toda, solo lo poco que había empacado. Tal vez lo había hecho la persona que me había dejado la carta.

Sonreí y me apresuré a sacar una camiseta simple junto a un par de vaqueros. Me vestí lo más rápido que pude, me cepillé el cabello, me lavé los dientes y ya estaba lista. Cuando estaba a punto de abrir la puerta, escuché unas voces que se acercaban. Abrí y vi a tres hombres afuera. Uno de ellos estaba apoyado contra la pared, mientras que los otros dos se gritaban el uno al otro, diciendo que el chocolate era mejor que las fresas.

Me preguntaba quiénes eran. El que estaba apoyado en la pared miró en dirección a mí, puso los ojos en blanco y empujó a los otros dos para que caminaran, aunque ni siquiera así dejaron de discutir.

Me pidió que los acompañara y caminamos por el castillo o laberinto, como yo lo veía. Después de mucho, nos detuvimos junto a las mismas enormes puertas de madera. No podía esconder el hecho de que estaba temblando y podía sentir que mi corazón quería escapar de mi pecho por lo asustada que me sentía de entrar en esta habitación. Rhea trató de consolarme, dijo que no nos pasaría nada malo y que todo estaría bien. Ayudó un poco, pero mi mano seguía temblando. De pronto, las puertas comenzaron a abrirse y salté de sorpresa. Tragué saliva y entré junto a los tres extraños.

Damon; su amigo, Ethan; su madre y los ancianos se pusieron de pie para saludarme.

“Hola, Srta. Riven.” Dijeron con respeto.

“Hola.” Respondí con timidez.

Todos me miraron como si me estuvieran analizando. Me quedé helada, tratando de adivinar por qué estaban así. ¿Qué había hecho?

¿Tenía algo extraño?

¡Tal vez ni siquiera era una mujer lobo!

Comentários

Os comentários dos leitores sobre o romance: ¡Por favor, sé mi pareja!