Renacer en el Incendio: Me Casé con Mi Salvador romance Capítulo 54

—¡Pum!—

El estruendo del golpe retumbó cuando Yolanda dejó caer la cuchara sobre la mesa con fuerza.

Su rostro, siempre tan sereno y dulce, se había tornado tenso y sus ojos enrojecidos por la rabia. Con voz cortante, soltó:

—¡Gonzalo, mi hija es la mejor de todas, nadie se le compara!

Sus palabras caían como hielo, mirándolo de frente.

—Ni siquiera mereces ser el papá de Kari.

Gonzalo, incapaz de mantener la compostura, se levantó abruptamente y respondió con furia:

—¡Ustedes las mujeres nomás ven lo que tienen enfrente! ¡No entienden nada de negocios, ni de pensar a lo grande!

Se ajustó la corbata con fastidio, resoplando.

—Contigo no se puede platicar.

—¡Ya no quiero cenar! Todavía tengo que salir a ver a un cliente en la noche.

Agarró su saco y salió dando un portazo, sin mirar atrás.

El silencio que quedó en el comedor era tan denso que hasta el aire pesaba.

Yolanda se sostuvo la frente con una mano, incapaz de probar bocado.

—Jimena, retira la mesa —pidió Karina en voz baja.

Se acercó a su madre y, con delicadeza, la guio hacia el jardín trasero, donde la noche ya cubría todo con su manto oscuro.

La brisa nocturna era fresca y traía consigo el aroma de las flores y el pasto recién cortado.

Karina no dijo nada. Solo caminó junto a su madre, respetando su espacio. Sabía que a veces lo único que se necesitaba era compañía silenciosa.

Pasó un buen rato antes de que Yolanda hablara:

—Descubrí… que una cantidad grande de dinero terminó en una cuenta extranjera.

Hizo una pausa, buscando las palabras.

—Solo lo mencioné para tantearlo, pero se puso como loco. Me gritó que estaba imaginando cosas, que era parte de expandir el negocio fuera del país, que yo no entendía, y que si pasaba algo iba a ser mi culpa…

Yolanda levantó la vista, su expresión era de esperanza desesperada.

—Kari, ¿de verdad Grupo Galaxia está llevando el negocio al extranjero?

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