Aunque eso les colocaba un blanco en sus espaldas, así que quizá me equivocaba. Tal vez acababa de decir en voz alta algo que debía mantenerse en secreto.
—¿Y tú qué sabes sobre los poderes de Lila? —preguntó Selene. No sonaba molesta, sino más bien... curiosa.
—Lo mismo que sabe todo el mundo —admití—. Desde que ustedes salieron de su escondite, los rumores recorren todos los territorios.
Selene hizo una mueca leve.
—Sigo bastante desconectada de los territorios y de los chismes entre manadas —confesó con cierta timidez—. Tampoco uso redes sociales, así que discúlpame si no tengo idea de qué rumores hablas.
Tragué saliva. No sabía cómo habíamos llegado a ese punto, y algo dentro de mí advertía que estábamos pisando terreno peligroso.
—Bueno... eh... —balbuceé mientras intentaba ordenar mis ideas—. Que nació con tanto poder que su cuerpo no podía sostenerlo. Que una Vidente, o una bruja, tomó su magia y la selló dentro de la Gema Lunar.
Selene asintió y caminó hacia el sofá para sentarse, pensativa.
—Durante mucho tiempo me culpé por su condición del corazón —confesó—. Pensaba que se había originado tras quitarle sus poderes. ¿Qué habría pasado si la hubiésemos dejado conservarlos? ¿Habría estado bien, o la magia habría consumido su cuerpo? La bruja nos dijo que era urgente retirarle los poderes, pero nunca entendimos bien por qué.
—¿Quién era esa bruja? —pregunté sin poder evitarlo.
—Cora, la hermana de Zachary.
Parpadeé, sorprendida. —¿Zachary tiene una hermana?
Selene asintió. —Vive entre humanos, en territorio neutral. Nació sin lobo, aunque tiene algo de sangre lobuna, es más bruja que otra cosa, igual que su madre.
—¿Y ella fue quien tomó el poder de Lila y lo puso dentro de la Gema Lunar?
—Sí —respondió Selene—. Vive a un par de horas de aquí, pero casi no la vemos. De hecho, intenta mantenerse lejos de nosotros por razones que nunca terminó de explicarnos. Sé que Zachary extraña a su hermana porque eran muy unidos de niños, pero un día simplemente cortó todo contacto y él quedó destrozado.
La tristeza en el rostro de Selene me hizo doler el pecho.
—Lo siento mucho —susurré.
Ella se encogió de hombros con suavidad.


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