Luis pensó que Oliver se quedaría sorprendido.
Jamás imaginó que su reacción fuera tan tranquila.
—¿Lorenzo sigue sin rendirse?
—¿Eso quiere decir que... no es la primera vez que Lorenzo intenta llevarse a Daisy? —preguntó Luis, un tanto incrédulo.
—Ajá —contestó Oliver, como si no le importara en lo más mínimo, con un tono seguro—. Él no va a lograrlo. Daisy no se va a ir con él.
Luis pensaba igual, y soltó una risita burlona.
—Claro, ¿cómo va a dejar Daisy el Grupo Prestige? Si tú sigues aquí, ella jamás se va.
Para él era obvio: mientras Oliver permaneciera en el Grupo Prestige, Daisy nunca lo abandonaría.
Luis continuó, con un tono de quien se las sabe todas:
—La verdad, Daisy es demasiado calculadora. Seguro citó a Lorenzo en Eclipse para que yo los viera y te fuera con el chisme, así tú pensarías que tiene intención de irse, y te verías obligado a pedirle que se quede.
—A lo mejor vio que ahora le das más importancia a Vane y ya no la tomas en cuenta, así que recurre a estos jueguitos. ¡Qué corriente! No tiene idea de lo que hace, ¿no sabe que lo que más odian los hombres son las mujeres que hacen escenas de celos o se ponen a jugar con intrigas? Entre más lo haga, más lejos te va a tener.
—No entiende ni dónde está parada, ¿quién se cree? ¿Cómo va a compararse con Vane? Cualquiera que tenga un poco de sentido común sabe a quién elegir.
Oliver no tenía tiempo ni paciencia para los chismes de Luis. Le respondió un par de frases por compromiso y colgó la llamada.
Abrió el expediente de documentos que tenía que firmar, y de inmediato vio la solicitud de renuncia de Daisy.
Frunció levemente el entrecejo.
Dejó la renuncia a un lado sin darle importancia y siguió firmando los demás papeles.
...
Daisy la estaba pasando bien platicando con Lorenzo. De tan buen humor que, al regresar a casa, se compró un ramo de flores en la floristería de la esquina.
Ya en su departamento, recordó que no tenía florero.
Miró todo a su alrededor: cada objeto en ese lugar parecía ajeno, como si nada le perteneciera. El ánimo se le bajó un poco.
Buscó una caja de cartón y metió todos los papeles, por fin logró despejar la mesa del comedor.
Echó un vistazo a su alrededor y, tras rebuscar un poco, encontró algo que podía servir como florero.
Un trofeo.
El trofeo de “Empleado del Año” del Grupo Prestige.
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