—Si hablamos solo de apariencia, Ayala gana por poquito, pero la directora Espinosa tiene una formación académica y un origen familiar de primera. En eso, Ayala no le llega ni a los talones.
—Sí, el cerebro y la familia en la que uno nace se traen de nacimiento, hasta para nacer se necesita suerte.
—Escuché que Ayala viene de una familia monoparental...
Justo en ese momento, Daisy apareció en el área del café, cortando en seco el chisme.
—Buenos días —saludó Daisy, fingiendo que no había escuchado nada, con esa tranquilidad que le caracterizaba. Caminó hasta la cafetera, sirvió agua y saludó a los presentes con una sonrisa ligera.
Después del saludo, los demás se dispersaron poco a poco, cada quien a lo suyo.
Daisy terminó de tomar su medicina y apenas había regresado a su escritorio cuando Tomás, el gerente del Departamento 3, llegó apresurado en su búsqueda.
—Ayala, ¿tienes por ahí el informe de evaluación del proyecto de drones TecnoAgro? El presidente Aguilar lo pidió, lo necesita ya.
Daisy sacó el documento y se lo entregó, pero Tomás no pudo evitar preguntar:
—Oye, Ayala, ¿tu celular anda fallando?
—No, para nada —respondió Daisy, parpadeando confundida.
—Entonces, ¿por qué no entra la llamada? El presidente Aguilar salió de viaje esta mañana y pidió el informe con urgencia, pero nadie pudo localizarte.
Daisy solo se encogió de hombros.
—Tal vez se me acabó la batería.
La excusa sonó poco convincente y Tomás lo notó, pero no insistió. Solo comentó:
—El presidente Aguilar fue con la directora Espinosa a revisar personalmente el proyecto de TecnoAgro Drones. Parece que no regresan hasta la próxima semana. Yo le mando el informe de una vez.
El doctor Montoya, al enterarse que Daisy por fin pensaba priorizar su salud, decidió quedarse hasta tarde en el hospital solo para recibirla.
Pero antes de que Daisy llegara siquiera a la clínica, recibió una llamada urgente de Álvaro Paredes, el dueño de TecnoAgro Drones.
—¡Ayala, tenemos un problema! Por favor, ven lo más pronto posible —pidió Álvaro, la voz cargada de tensión.
Daisy frunció el ceño y preguntó qué había pasado.
Álvaro explicó que la gente de Grupo Prestige había ido a revisar el proyecto como estaba planeado; todo iba bien hasta que en plena negociación, la directora Espinosa del Departamento 3 de repente quiso bajar el precio acordado, exigiendo una rebaja del tres por ciento.
Además, dijo que los drones de TecnoAgro estaban demasiado enfocados en la industria, que su valor comercial era bajo y que no tenían tanta participación en el mercado como otras marcas de drones comerciales. Por eso, insistía en bajar el precio.
—Ayala, si no fuera porque desde el principio demostraste más seriedad que los demás, y porque el plan de trabajo que presentaste encajaba con los objetivos de TecnoAgro Drones, ni habríamos elegido a Grupo Prestige. Ya teníamos otras ofertas sobre la mesa, tú lo sabes. Lo que están haciendo ahora no se vale, no es justo. Solo quiero negociar contigo. Si no vienes tú, mejor olvidamos este proyecto y cada quien por su lado.
...

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