Siete Años para Olvidar romance Capítulo 45

Daisy no tenía idea de la decisión que había tomado Oliver; en realidad, toda su atención estaba concentrada en el grupo de especialistas.

Ya casi era hora de salir del hospital, pero el dichoso grupo seguía sin aparecer.

Sin más remedio, Daisy fue a buscar a Jesús para averiguar qué estaba pasando.

Jesús acababa de salir de una cirugía, y al oír la pregunta de Daisy, se le escapó la sorpresa.

—¿No te han contado? El director Cortés fue personalmente al aeropuerto a recogerlos. Hoy ya no van a venir al hospital.

Daisy notó en el rostro de Jesús que había algo más, así que se animó a preguntar:

—¿Fue solo el director Cortés?

Jesús soltó un suspiro.

—Claro que no. De hecho, me invitó a ir con él, pero tenía una cirugía pendiente y no pude acompañarlo.

Daisy sabía bien que ese tipo de recursos médicos de primer nivel eran el centro de toda clase de competencias internas.

No podía bajar la guardia ni tantito, así que le preguntó a Jesús a dónde se había ido el grupo de especialistas.

Jesús le hizo una llamada a uno de los colegas que acompañaron al director Cortés y pronto tuvo la respuesta: todos estaban cenando en el Hotel Four Seasons.

Con la información clara, Daisy se apresuró y pidió un carro para ir directo al hotel.

Pero era la hora pico en San Martín y el tráfico estaba imposible. Daisy revisaba el reloj cada dos por tres, sintiendo cómo la ansiedad le recorría las venas.

El trayecto, que en condiciones normales tomaría media hora, se fue alargando por los embotellamientos: primero cuarenta minutos, luego cincuenta… y contando.

Ya no aguantó más. Pagó la tarifa antes de tiempo, bajó del carro y buscó una bicicleta eléctrica para llegar lo más rápido posible.

Pedaleando a toda velocidad, Daisy aprovechaba cualquier hueco entre los carros, esquivando peatones y motos.

Cuando por fin divisó la entrada iluminada del restaurante principal, ya había pasado más de veinte minutos desde que bajó del carro.

Pero todavía tenía que cruzar el semáforo de la esquina para llegar.

La prisa le jugó una mala pasada: al girar para esquivar un carro que venía de frente, perdió el control y terminó chocando contra el borde de la banqueta.

—¡Ay!— sintió un ardor intenso en el codo y la rodilla; seguro se había raspado.

Se levantó la manga y vio la piel enrojecida, con sangre escurriendo un poco, pero se tranquilizó: pudo haber sido peor.

El carro negro que casi atropella se detuvo. Un hombre bajó y se acercó a Daisy con paso decidido.

Ella se preparó para que la regañaran, reconociendo que iba demasiado rápido.

Ni tiempo tuvo de levantarse cuando ya estaba pidiendo disculpas.

—De verdad, lo siento. Fue mi culpa, no te preocupes por mí.

—¿Te lastimaste?— preguntó una voz masculina, con un dejo de preocupación.

Capítulo 45 1

Capítulo 45 2

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